Si
Marañón no escribió, pues, nada, o casi nada sobre los toros, no
quiere ello decir que no fuese un aficionado, un gran aficionado. Fue
aficionado toda su vida (…)
Toda
su vida sintió y vivió los toros con entusiasmo ferviente, con
juvenil emoción, con inteligente y reposada crítica.
(…)
Todos
sus familiares y amigos, todos sus colaboradores y discípulos,
recuerdan bien que el tema taurino fue una de sus constantes lecturas
y una de sus permanentes y amenas conversaciones.
(…)
La
segunda carta suya, a la que me he referido, es una carta a su hijo,
a mí, y está escrita antes de marcharse para siempre y encontrar,
por fin, la paz en la paz del Señor.
Me
comentaba en ella los toros de antes y los de ahora y me escribía:
La
crítica taurina de antaño se reducía a unas pocas líneas
sencillas, escuetas, casi como un parte militar, en la que se nos
comunicaba, exclusivamente, la bravura del ganado y las estocadas de
los toreros. Que esto es lo esencial, según las reglas clásicas de
Montes: mucho toro, pocos pases, una estocada. (…)
Es
en otras cosas del toreo de estos nuevos tiempos en lo que ya no
estamos de acuerdo. De todas, quizá la más grave, es que los
toreros de hoy han matado al toro en la imaginación del aficionado.
El toro ha desaparecido del festejo taurino y el público de hoy no
va "a los toros", sino que va "a los toreros". Si
no se rectifica urgentemente restableciendo al toro como parte
fundamental de la lidia, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que
la fiesta nacional marcha hacia el futuro con plomo en el ala.
Gregorio
Marañón Moya.
ABC,
23 de mayo de 1983.
Nota:
El artículo en su integridad lo ha recuperado Dominguillos- aquí el enlace al mismo -
como se entere algún politicucho de que este ilustre señor era aficionado son capaces de ordenar, por el artículo 33, la retira inmediata de las placas con su nombre de calles, plazas, paradas de metro y demás.
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