Cada
vez que he recorrido la Gran Vía barcelonesa durante los años de la
prohibición contemplando el cadáver de la Monumental expuesto a los
vientos de la intolerancia, me preguntaba impotente cómo era posible
que el templo de los azulejos añiles hubiera sido derrotado por los
pretextos nacionalistas cuando ni siquiera había sucumbido en su día
bajo los bombardeos de la aviación fascista italiana. Tras el saludo
al coso clausurado, la sensación de tristeza me acompañaba
invariablemente calle de la Marina arriba y al llegar a la Sagrada
Familia, aprovechaba para preguntar al espíritu de Gaudí por la
desnortada deriva de una ciudad mítica a la que sus regidores habían
declarado antitaurina años atrás, empeñados como estaban en
proyectar la pugna independentista contra los despojos de una fiesta
tan catalana como española, maltratando así la historia de la
ciudad que antaño fue la que más corridas daba en España, con tres
plazas en plena actividad al mismo tiempo.
(Sigue...)
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“La
ciudad de los prodigios” - Aquí el post completo -
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