La corrida lució presentación ajustada a la plaza. Tal vez uno, el segundo, excesivamente astigordo y astibreve. De miradas vivas, finos, vareados, algunos con la marca de varetazos varios y, en definitiva, un conjunto parejo. Todos grises, muy en la línea Santa Coloma. Encastados, con la bravura palpable, duros de patas y, salvo el tercero por mera ignorancia del lidiador, todos de dos varas. Una corrida de dos varas por toro en un plaza de tercera no suele verse. Pero si es de Victorino, sí.
(...) segundo y tercero sacarón bravura de principio a fin. Moreliano y Morito se llamaron.
Por cierto: Lo bien que se picó toda la corrida. En el sitio, sin feas triquiñuelas, a dos por animal. Medidos. Las lidias bien llevadas en las posibilidades que permite un ruedo más bien escaso donde el toro a veces se amontona.
(...)
Paco Ureña toreó despacio y sin tirones. (...) Ajuste, entrega, la pata adelante y el temple. La embestida profunda y ralentizada tan albaserrada.
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Hay dos estocadas de primeras que son de libro. Las recetadas por Rafaelillo al cuarto, que en realidad en un pinchazo hondo letal, y la de Ureña al quinto.
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De Rafaelillo, lo sujeto que llevó siempre la embestida y lo que consintió en una faena intensa. El Victorino se vino arriba. El toreó cada vez fue ganando en profundidad y en reposo. Los pases de pecho, verticales y a la hombrera contraria. Y la estocada, honda y en el sitio.
(...)
Antonio Puerta se encontró el mejor pitón derecho de la tarde, que fue el de 'Morito'. Muy profundo fue por ahí. La mano soterrada con la muleta llena de toro, así fue como condujo y ligó por ahí Puerta. Dejándola muy delante.
(...) Antonio Puerta necesitaba desesperadamente la orejica que le abriese la puerta grande, la cornada (25 centímetros de destrozos musculares en el gemelo izquierdo), la voltereta y la caída seca sobre el sacro. El revuelo. El victorino que parecía ausente arreó a todo lo que se movió.
Andrés Verdeguer -Aquí la crónica completa -
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