El
que ha toreado por momentos con toda la verdad ha sido Ureña.
A su primero, Galapagueña,
le ha toreado con una extraordinaria pureza: la naturalidad, el medio
pecho, el trazo largo del muletazo, la ligazón, lo que es el toreo
que a uno le gusta. El toro demandaba que se le pisase el terreno, y
cuando Ureña optaba por las afueras el toro se le paró, pero cuando
asumía su posición -la del riesgo- y le echaba la muleta al hocico
el toro se entregaba sin dobleces. Momentos de toreo grande los de
Ureña en Sevilla en esta tarde,
José
Ramón Márquez – aquí su crónica -
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