Ha presidido la corrida de hoy D. Julio Martínez Moreno saltándose el reglamento taurino al permitir que cada diestro participante trajera los toros que le viniera en gana, o sea, como siempre pero descarado, porque se sabe que lo toreros eligen ganadería, que torean el ganado que quieren cada tarde, pero parece demasiado ventajista elegir los toros de forma tan directa. Llegar a la plaza y decirle al Presidente: Estos toros son los míos. Y el Presidente: Vale hijo, a mandar, que pa'so estamos.
Los toreros eran El Juli, Perera y Cayetano, nada menos, tres figurones del toreo, de los que más torean y de los que más cobran, de los que arrastran tras ellos a la jet, de los que llenan los bolsillos de los reventas. Y así lucía la plaza, reventando de claveles en los tendidos de sombra con ese público educado y elegante que no protesta nunca, que no levanta la voz, que ni siquiera sabe silbar, que aplauden hasta el vuelo de una mosca.
Y resulta que los tres toreros han encargado los toros en un outlet, sí ya saben un outlet es un almacén donde venden lo que no se ha vendido en la temporada, lo defectuoso, lo que no han querido los clientes exigentes, los restos vamos.
Y así han salido los toros, descastados, sin fuerza, inválidos, sosos y feos y el más feo el tercero, de Domingo Hernández, que era feísimo y le correspondía a Cayetano que afortunadamente no se había puesto el traje de Armani porque hubiera contrastado demasiado con ese horrible toro, él que es un figurín junto a ese toro horroroso, la verdad, no pegaban nada. Pero tampoco con el sexto, de Cortés, que era una birria intoreable aunque algo veletito lo que parecía darle alguna importancia, Cayetano le daba pases al destoreo puro y el toro rodaba por los suelos y él insistía, el público protestaba y él insistía aún más, para molestar parecía. Un desastre.
Igual que Perera, que se las ha ingeniado para traer el único toro de la tarde que ha demostrado algo de interés por los engaños e incluso algo de codicia y al que se le podían haber dado cuatro o cinco series de enjundia torera, pero Perera ha optado por darle pases y más pases al más puro estilo pegapasista y le ha dejado más sobado que el picaporte de un retrete sin lograr otra cosa que aburrir y levantar fundadas protestas. Fatal ha estado también con el inválido y lisiado segundo que debía haber sido devuelto pero que el Presidente, acostumbrado a saltarse el reglamento, ha mantenido en el ruedo.
Por su parte El Juli ha traído un torete de la Quinta, cárdeno, asaltillado y de bonita lámina pero con tan poca fuerza (doblaba las manos el animalito) que quería embestir y no podía y otro de Victoriano del Río también inválido y con el que no ha buscado el lucimiento ya que toreaba siempre hacia fuera, con el pico y de manera indolente, con ambos ha fallado estrepitosamente al entrar a matar.
Durante la corrida nos preguntábamos si estos toreros cobraban hoy o habían cedido sus emolumentos a la Asociación de la Prensa visto el escasísimo interés que ponían en sus cometidos, pero había quien aseguraba que no sólo cobraban sino que al vencedor de la tarde le entregaban una oreja de oro, y entonces se nos ocurre que los tres debían desear cederla a otro compañero porque ningún mérito hemos podido contabilizar a favor de ninguno de los tres, y tenemos la sensación de que lo ocurrido en la plaza sólo merece una fenomenal bronca que se deben repartir los toreros, los organizadores y las autoridades que permiten que ocurran estos desafueros.
Si no fuera por la grave situación que atraviesa el toreo y porque nos cuesta el dinero, esto es para tomárselo a cachondeo.
Jandro
martes, 25 de mayo de 2010