“Milagroso encuentro con el toro de lidia”(Antonio Santainés Cirés, ABC, 18.6.2002) Plaza Monumental, domingo 16 de junio...A poco que traspasemos por los árboles genealógicos de la ganadería brava española nos encontramos con desagradables mutaciones. A determinado punto reemplazan los ganaderos sus precedentes orígenes por un encaste común, de alarmante docilidad, que dio paso al llamado toro comercial. Con el toro comercial sujeto a todo tipo de vejación se dio a la fuga el toro auténticamente bravo con su propia y definida personalidad. Así está el toro de lidia y así nos luce el pelo. En esta corrida del domingo se produjo - ¡oh rara avis – una curiosa excepción ejemplo a seguir que me malicio caerá en saco roto. ¡Una pena! Porque los toros de Tomás Prieto de la Cal acaban de obsequiarnos con una gran tarde de toros en Barcelona. Y es que las llamadas figuras del toreo de hoy han formado un frente de combate contra el toro de lidia y están a punto de acabar con él, y cuando por acaso llega a los corrales de una plaza de toros una corrida de respeto, empieza el calvario del empresario para encontrar una terna de matadores y, al fin, tienen que cargar con el mochuelo los que saben por triste experiencia que también el hambre da cornadas mortales. Los toros de Tomás Prieto de la Cal me produjeron singular regodeo. Cuando escudriñé su procedencia choqué con el Duque de Veragua (casta Vazqueña), y así, sorteando injusticias, con carta de naturaleza ya el borrego, acaban de darnos una gran tarde de toros en Barcelona. Eran los descendientes de aquellos que cuidó con esmero el decimocuarto Duque de Veragua, aquel ilustre ganadero que en 1874 cobró cuatro mil reales por toro, circunstancia por la cual al billete de mil pesetas se le llamase “un veragua”. Si tuviera que señalar a los mejores toros, me quedaría con los lidiados en tercero, cuarto y sexto lugar, ¡los más nobles, bravos y de más brío, vamos!...El tercero de nombre “Malhechor”, negro mulato bragado...y eran los auténticos, toros bien criados, lustrosos, que pregonaban a la chita callando la resurrección de una legendaria ganadería. “Malhechor” era un toro de preciosa lámina, enmorrillado, rabo largo bien encornado y fino de pitones. Se arrancó de largo dos veces al caballo, recreando nuestras cansadas retinas de tanto borrego lidiado por toro...se ovacionó en el arrastre. El cuarto, “Felino”, colorado ojinegro, un toro largo, bien plantado, empujó al caballo en la suerte de varas, sin ruido de estribera, estrellando su codicia al peto. También fue ovacionado. Me gustó el sexto, “Botinero”, de capa negro, salió suelto del caballo pero extremó su nobleza en el último tercio...Mire usted, ganadero, si me lo pasé bien con sus toros, que hablando, hablando del ganado me olvido de los toreros...de los dos primeros lo hago a conciencia, porque no disponen más que de faenas sosas y deslucidas por reiterativas y vulgares...el único que nos dejó con la miel en los labios de la esperanza fue Sergio Martínez, que toreó con pulcritud a sus toros, manifestó buen arte y decisión, que ambas cosas son compatibles...Gracias ganadero, mil gracias por el lujoso encierro que mandó a Barcelona. Adiós toros veragüeños, al margen de todo fraude. Adiós. Dejáis un punto de referencia que será piedra filosofal de toque para el resto de la temporada.”
Vía: Pgmacías
Foto: José Porcar