En
el mundo occidental y en pleno siglo XXI, ahora mismo, hay corrientes
ideológicas que
consideran que su visión sobre un concreto aspecto de la vida, la
naturaleza o la sociedad es la única
posible y aceptable,
y por ello quieren
imponerla a
todos los demás. Creen que hay un canon moral, que lo representan
ellos y que el resto tendrá que reconocerlo y someterse a él. Que
saben mejor que tú mismo cómo debes comportarte. Y es que, como
dijo en este mismo periódico la profesora Elvira
Roca Barea en
una recomendable entrevista, desde que las iglesias han dejado de
elaborar la moral social, han aparecido una serie deadministradores
de la moral que
son los que vienen a decirnos qué tenemos que creer y pensar.
Para
los seguidores de estas nuevas
religiones laicas,
sus propias opiniones se asientan como verdades incuestionables.
Frente a ellas no
cabe la libertad de
pensamiento y actuación, la discrepancia o la duda. Asumen que sus
creencias son un avance social objetivo, por lo que las que se
opongan a ellas son, en consecuencia, un retroceso y un mal que es
preciso combatir. Con todas las armas posibles.
Una
de estas religiones la constituye el llamado animalismo
radical.
Fernando
Gomá ,
miembro de la Comisión Jurídica de la Fundación Toro de Lidia
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