martes, octubre 13, 2015

Retrato-fantasía (Javier Marías)

Muchos ciudadanos de nuestro país (pero no sólo del nuestro) se han dibujado un retrato-fantasía de sí mismos. Cuando se miran al espejo sólo admiten ver esa composición idealizada, y con frecuencia necesitan o exigen que sus gobernantes y compatriotas se amolden también a ese retrato y sean armónicos con él, para que “el cuento acabe bien” y su ideal salga triunfante; y de ahí que a menudo no consientan la discrepancia, ni la objeción ni la pega. Un prototipo de retrato-fantasía (bastante predominante, o por lo menos extendido) es el que obliga a ser amante de los animales por encima de todo (y a tener perro o gato); defensor a ultranza de la naturaleza (como si ésta, no contenida, no fuera causante de catástrofes sin cuento); fanático de la bici (aun en perjuicio de los peatones, que son quienes menos contaminan); enemigo de la tauromaquia (esto por fuerza), y del tabaco y del alcohol y de la carne (aunque no tanto de las drogas); vagamente “antisistema” y vagamente republicano; respetuoso del “derecho a decidir” (lo que sea, excepto para los que deciden fumar, usar el coche en el centro o ir a los toros, claro); y, sobre todo, mostrarse compasivo, solidario y humanitario. Si el espejo no devuelve esa imagen –la conciencia bien limpia–, el que se mira en él no lo soporta.

Javier Marías - Retrato-fantasía -


1 comentario:

  1. Lo peor es que se creen que tienen la verdad, lo que les convierte en fanáticos, van creyéndose muy demócratas y que los fascistas somos los otros.

    ResponderEliminar