"Aunque ahora, en nuestra ganadería, salen toros más pastueños, hay algunos toreros que no quieren ni verlo. Está El Juli que sé que ni le hablen. Y de lo nuestro ha toreado dos corridas y ha triunfado con ellas. Quizás un poquitín el tamaño pienso que también ha podido influirle. Y los apoderados. No quieren arriesgar porque, oye, tienen aquí para cortar el cupón todos los días… y buena gana de que podamos tener un problema. Que nos lo paran una semana y nos cuesta el cupón un dinero”. José Enrique, su hijo, no hace excepción: “Ahora mismo hay toreros que te dicen que la única casa donde se atreven a torear un toro abierto de cara es aquí. Cuando torean aquí a puerta cerrada dicen que no les importa ver un toro playero con los pitones más abiertos porque saben que siempre salen bien. Seguimos teniendo de ellos, pero el momento actual está como para que los toreros te toreen toros con esos pitones. Eso también hace presión sobre las ganaderías. Sacrificas la morfología por los toreros. Aquí, según vienen los veedores por el camino, nada más bajarse del coche, dicen: -Vamos a ver los de aquí. Y los de aquí no valen para todas las plazas. Aunque lo esté exigiendo el mundo taurino, tú tienes que hacer un toro bueno y armónico pero sin quitarle seriedad”. [...] Desgraciadamente, la presentación de las corridas que imponen las figuras deja mucho que desear: “Ha habido tres o cuatro corridas este año en Madrid que parecían que no se presentaban en Las Ventas desde hacía 30 años… estima Nicolás. José Enrique precisa: “En Madrid, desde luego, no se debe permitir. Pero tampoco se puede permitir en las plazas de segunda ni en las de tercera. El público paga allí 50 euros por ver una corrida de toros. Tiene que haber siempre una dignidad dentro del espectáculo. Lo que llevan a los pueblos las figuras… eso es indignante. Se ha cabreado allí la gente. Se sienten engañados. ¡Coño, y es que han pagado lo mismo que en Madrid! Hace falta un empresario que diga: -Tú vas a torear esta corrida. Pero no lo hay y ahora es no, no, no. Y a callar. Aquí el ganadero tendría que ser ganadero. El torero, torero. Y el empresario, empresario. Y no unir todo eso en una sola figura. Esto no es positivo para la Fiesta. Cada uno tenemos que seguir nuestro camino. Y la obligación del empresario es unir eso, hacer un espectáculo en el que une un toro, un torero y crea un espectáculo. Pero no un espectáculo donde todo sea una bola…”
Dice Nicolás: “Las ganaderías procedentes de la de Atanasio desaparecen una tras otra. Aquí, en Salamanca, junto a nosotros, sólo queda mi hermano Lorenzo, Charro, que la redujo a la mitad para pasar a la otra orilla, y los de Espioja. Es un encaste muy difícil y todo el mundo busca la facilidad. Este año tuvimos problemas para poder lidiar. ¡Es increíble! Antes, El Viti, Camino, El Cordobés, Puerta… mataban todos los encastes y se mantenían una competencia encarnizada. Hoy eso se ha terminado: los toreros están “ajuampedrados” y se entienden como uña y carne…”. José Enrique evoca otro aspecto del problema. “Me parece injusto que una ganadería vaya no por méritos, sino por números. Hay diez ganaderías que lidian 30 corridas. Está primando la cantidad a la calidad. Te obligan a tener una ganadería grande para poder subsistir en esto, cuando la fiesta ahora necesita mayor calidad, espectáculos mejor organizados, con más garantías… El mejor torero no tiene que ser el que torea cien corridas de toros. Y la mejor ganadería la que más toros lidia. Pero en la realidad es así. En todos los pliegos de los ayuntamientos se prima el escalafón y los que más torean, en vez de reconocer los méritos”. Y el monoencaste estrangula a todos los demás. [...]
“Ahora la ganadería da igual” afirma Nicolás… “Eso es una equivocación, protesta José Enrique, porque aquí que no se olviden que lo importante de la Fiesta es el toro. Y el toro tiene que salir en todas las plazas, sea de primera, segunda o tercera… a todas tiene que ir un toro dignamente presentado y que luego de cierta emoción. No puede ser que cada día sea una fiesta más light, que es lo que se está haciendo ahora. Es muy light. La gente va a terminar por aburrirse. Ha habido épocas que esto ya ha pasado… Tendrá que volver a reaccionar el público y la crítica para volver a poner las cosas en su sitio otra vez. Y sobre todo que haya variedad de encastes. Que esto no esté tan monopolizado como ahora”. Nicolás no se queda atrás: “Este año ha bajado una barbaridad el nivel… Antes podías presumir de camada, ¡ya no! Antes se quitaba el toro chico y enano. Y ahora se quita el grande. Ha cambiado esto. Si antes presumías de tener un pedazo de toro, ahora tienes que ocultarlo para que se acerque algún torero… Tiene narices esto. La créme de la créme de los toros está saliendo en las calles y en los pueblos toristas, que ya apenas hay. A mí me da miedo que los toreros ahora mismo están acostumbrados a eso. Entonces, ¿qué va a pasar cuando tenga que volver a salir el toro normal? Está durando mucho este ciclo… Yo confío en que esté pegando los últimos coletazos”.