miércoles, febrero 18, 2009

La afición un camino hacia la verdad (Álvaro González)


La afición: un camino hacia la verdad.
Álvaro González Martín, aficionado,
Primeros años de la década de los ochenta. Imágenes en color en un televisor de un privilegiado vecino poseedor de tal tecnología. La compañía tan sabia como adecuada y entrañable. Mi difunto abuelo, que en gloria esté, y sus amigos.
Vagos recuerdos de aquel nuevo y extraño ritual donde se realizaba toda clase de “putadas” al toro, animal que era admirado hasta la idolatría por quien suscribe. Admiración fruto de la las noches viendo las capeas con vaquillas en las fiestas del pueblo. Fruto también de aquellos viajes por la carretera de Zamora a Salamanca intentando avistar reses de bravo entre las lejanas encinas, con la ávida curiosidad que da la infancia. Respuestas, ora de mi otro abuelo, ora de mi padre, indicando la procedencia o no del ganado, en ocasiones morucho.
Conforme iba creciendo, no perdía mañana devorando los encierros de San Fermín y las Corridas Generales de Bilbao, que solían retransmitir algunas veces. Cualquier otro evento relacionado con los toros que “dieran” por la tele era una excusa fenomenal para ausentarme de cualquier otra tarea. En definitiva, el interés por la fiesta de los toros había arraigado desde lo más profundo y lo más puro: el toro de lidia y su entorno. Buenos cimientos se consolidaban.
Un poco más tarde, ya en mi juventud, la afición siguió creciendo en intensidad y mi curiosidad aumentando por el lado del toro, una vez más. No pocos son los tratados que estudio con fruición y el sueño de tomar contacto con el campo bravo de verdad, es algo que me acompaña cada día.
El año que llego a Madrid, el punto de inflexión surge y se tambalean mis principios. Todo lo que había aprendido no sirve o no es de verdad o fundamental, lo único que se sustenta y se mantiene es mi amor por el toro. Eso si es auténtico. Lamentablemente, había tenido como principales ídolos a Espartaco y a Enrique Ponce.
Tras comunicarme con verdaderos aficionados, desde los extintos foros de la Asociación El Toro de Madrid, y leer a monstruos como Joaquín Vidal y, sobre todo, ALFONSO NAVALÓN, voy percibiendo que todo lo que había adquirido por ósmosis no es cierto y que el desconocimiento de los principales valores de la fiesta está oculto a ciertos entornos o ámbitos de los cuales no había salido. La verdad en la forma de ejecutar las suertes, la verdad en la forma de citar, la auténtica suerte de varas, la forma de poner las banderillas como Dios manda, la de ejecutar la suerte suprema en la suerte, una vez más, correcta, el valor de anunciarse con las verdaderas ganaderías y los encastes más bravos, averiguar y descubrir todas las miles de trampas de este mundillo tan corrupto. En definitiva, conocer lo que se cuece en todos los “agujeros” de la fiesta.
Alguno de mis amigos dice que me he convertido en un “Talibán”, que ya no disfruto de una tarde en Las Ventas y que no puedo ir a otra plaza que no sea esa por ser demasiado exigente. Yo creo que no es verdad, disfruto más que nunca porque las pocas veces que me emociono valen por mil tardes de las de “antes”.
Gocé con la faena de Ponce a “Lironcito”, me emocioné con los primeros años de aquel José Tomás y se me saltaron las lágrimas con el bravo “Mulillero”. Eso sí es disfrutar. Disfrutar de Verdad.
Pero hay algo que me preocupa. Muchas personas pueden haber tenido historias paralelas a la mía y no haber “visto la luz”. Una de mis máximas es que la falta de información sobre la Verdad de la Fiesta es lo que va a acabar con ella. Si el público sintiera lo que se siente con lo auténtico y tuviera los fundamentos para comprenderlo otro gallo cantaría y más “Mulilleros” saldrían de toriles debido a los efectos colaterales de la “nueva y ansiada exigencia de la afición”, la plaza de las Ventas no jalearía faenas tan destartaladas como la de las orejas de Castella o la ventajista de Tejela, se elevaría a los altares a Toreros como Rafaelillo y se vería todo desde otra perspectiva: la de la Verdad.
Vía: Revista de la Asociación Cultural Taurina Cerro de San Albín

1 comentario:

  1. Una alegría leer algo así, el único camino hacia la verdad es el conocimiento y la forma de adquirirlo es la perseverancia y el análisis de la cuestión apoyándose en buenos maestros, nunca los hubo mejores que Vidal y Navalón para los asuntos taurinos.

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