La
foto de Andrew Moore que muestra las cuadrillas arropando a Pablo
Aguado, el joven novillero arrollado por el toro el pasado domingo
día 26 de marzo, en Las Ventas ha sido muy comentada y compartida.
Para
mí que es una de las mejores fotos taurinas de la historia. Su
construcción clásica, piramidal, el hieratismo de los personajes
como congelados en el tiempo, todo me recuerda irresistiblemente
ciertas obras maestras de la pintura renacentista o posrrenacentista.
Es
impresionante la belleza de esta composición humana, a la vez
compacta y diferenciada, alrededor del novillero herido. Creo
efectivamente que se impone el calificativo "crístico". La
impresión inmediata es la de la emoción compartida, de la estrecha
solidaridad colectiva. Pero en seguida nos damos cuenta de que esta
hermosa piña humana está compuesta de individuos perfectamente
caracterizados. Cómo si Andrew Moore hubiese construido
pacientemente esta obra maestra en la tranquilidad del estudio y no
apurado por la irreversibilidad del instante.
Irreversibilidad
del instante que es sin duda la definición básica de la
excepcionalidad de torear. En esta foto no se ve al toro, no se
presencia ningún lance taurino, y sin embargo pocas fotos
representan mejor la esencia de la fiesta de los toros : solidaridad,
sacrificio, comunión humana y pureza ética. Todo lo contrario del
teorema animalista abstracto, cuya única dimensión humana es, en el
fondo, la deletérea autocompasión.
FOTOS:
1.
La obra maestra de Andrew Moore.
2. Rafael Sanzio, Descendimiento (1507). Roma, Galería Borghese
3. Caravaggio, Descendimiento (Hacia 1603) Roma, Museos Vaticanos
2. Rafael Sanzio, Descendimiento (1507). Roma, Galería Borghese
3. Caravaggio, Descendimiento (Hacia 1603) Roma, Museos Vaticanos
No tengo capacidad de comentar, pienso que es conmovedora la escena,es impresionante,es el sentir y actuar de unos toreros ante la tragedia ,es parte de una corrida ce toros
ResponderEliminarGracias a Andrew Moore
Mirándola con detenimiento... ¡impresiona!
ResponderEliminarEl lado trágico del toreo nos recuerda lo expuestos que estamos ante la muerte, en el ruedo y en la vida misma.
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