miércoles, marzo 29, 2017

Belleza, grandeza y ética sobre una foto de Andrew Moore ( Jean Juan Palette Cazajus)


La foto de Andrew Moore que muestra las cuadrillas arropando a Pablo Aguado, el joven novillero arrollado por el toro el pasado domingo día 26 de marzo, en Las Ventas ha sido muy comentada y compartida.
Para mí que es una de las mejores fotos taurinas de la historia. Su construcción clásica, piramidal, el hieratismo de los personajes como congelados en el tiempo, todo me recuerda irresistiblemente ciertas obras maestras de la pintura renacentista o posrrenacentista.
Es impresionante la belleza de esta composición humana, a la vez compacta y diferenciada, alrededor del novillero herido. Creo efectivamente que se impone el calificativo "crístico". La impresión inmediata es la de la emoción compartida, de la estrecha solidaridad colectiva. Pero en seguida nos damos cuenta de que esta hermosa piña humana está compuesta de individuos perfectamente caracterizados. Cómo si Andrew Moore hubiese construido pacientemente esta obra maestra en la tranquilidad del estudio y no apurado por la irreversibilidad del instante.
Irreversibilidad del instante que es sin duda la definición básica de la excepcionalidad de torear. En esta foto no se ve al toro, no se presencia ningún lance taurino, y sin embargo pocas fotos representan mejor la esencia de la fiesta de los toros : solidaridad, sacrificio, comunión humana y pureza ética. Todo lo contrario del teorema animalista abstracto, cuya única dimensión humana es, en el fondo, la deletérea autocompasión.
FOTOS:

1. La obra maestra de Andrew Moore.
2. Rafael Sanzio, Descendimiento (1507). Roma, Galería Borghese
3. Caravaggio, Descendimiento (Hacia 1603) Roma, Museos Vaticanos


3 comentarios:

  1. No tengo capacidad de comentar, pienso que es conmovedora la escena,es impresionante,es el sentir y actuar de unos toreros ante la tragedia ,es parte de una corrida ce toros
    Gracias a Andrew Moore

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  2. Mirándola con detenimiento... ¡impresiona!

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  3. El lado trágico del toreo nos recuerda lo expuestos que estamos ante la muerte, en el ruedo y en la vida misma.

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