lunes, septiembre 16, 2013

Sobre David Adalid

 Tras luchar como un jabato en los brazos de sus compañeros que trataban de impedir que volviera a salir al ruedo, no tenía necesidad de clavar el último par al Miura que ya le había herido tras no obedecerle al quiebro. Al menos no una necesidad "externa" o material. Su valor y pundonor nacía de él, de la obligación de demostrar que es un profesional extraordinario, un hombre de una pieza. Lo que antes llamábamos heroicidad, hoy se ha convertido en imprudencia o ansias de protagonismo, al menos para los espíritus mediocres.  
 Lo que ha diferenciado a la Fiesta de cualquier otro espectáculo plástico o visual no ha sido su carácter artístico, sino su vertiente heroica y a veces trágica, la que emociona y sacude la conciencia. Este sentimiento es la pura esencia de la Tauromaquia y su justificación a través de los siglos. La caída en el ruedo y el posterior alzamiento del héroe que rebasa los límites para defender su honor es, pues, una metáfora de la actitud con la que todos deberíamos encarar la vida. Alabar o criticar a Adalid retrata hoy nuestras glorias y miserias.
 Gloria Sánchez Grande - Aquí su post "En esto consiste la tragedia del héroe" - (De imprescindible lectura )

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