
Esta la tenía guardada en el disco duro; no recuerdo su origen.
Lo que cumplió Fuenteymbro fue el tópico de día de expectación, tarde de decepción. Día de San Isidro del año que Miguel Fisac abandonó la vida, se anunciaba en la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo, seis toros seis de la prestigiosa ganadería de Fuenteymbro, que se presentaba, con toros, en el coso de la calle Álcala, después de varias exitosas novilladas, para ser lidiados a pie y muertos a estoque por dos figurines del momento y abriendo plaza un acomodado con cartel de figurín.
Los toros, regular presentados, es importante no confundir trapío con gorduras, creo que la diferencias son notables, y a buen seguro que Don Ricardo Gallardo habrá tomado nota. Los tres primeros flojitos. Los cuatro primeros toros, empujaron al caballo con fijeza y con la cabeza abajo, y posteriormente se rajaron, y mansearon notablemente en el último tercio. El quinto que se repuchó en varas, fue el mas encastado de la corrida y buscaba pegajosamente la muleta, el sexto fue del aire de los primeros pero creando peligro en sus arreones. Esta ganadería tiene reputación y sobre todo casta para seguir viniendo a Madrid, esperemos que no se conforme con indultar novillos por los pueblos de la piel de toro, y prepare bien los deberes para el año próximo.
Abría cartel Juan Serrano, de Berenjena y Oro, conocido cariñosamente como “Fundidito de Córdoba”, estuvo toda la tarde voluntarioso, intentando por todos los medios justificar a los que deseamos que no vuelva, no defraudó a nadie, desde un primer momento demostró que había venido a llevarselo y además fue breve, muy breve. Fue injustamante pitado cuando debía haber sido abroncado. Esperamos no vuelva al albero venteño hasta el homenaje a sus cincuenta años de retirada, con un poco de suerte hasta podremos contarlo.
Julian López, de Don Simón y Oro, no supo lidiar al manso segundo y se vio superado por el correoso quinto, dejó el único quite artístico de la tarde, de tres ceñidas chicuelitas, una aceptable y dos vulgares, y una lenta pero sosa media.
Miguel Ángel Perera, de Hoja de Maíz en Primavera y Oro, se llevó una tremenda paliza en un arreón de su manso, que lo dejo grogui, no supo lidiarlo, al igual que a su segundo. Mucho me temo que no fuera sólo por su inconsciente estado.
Sigue mereciendo la pena, hacerse seiscientos veinte kilómetros para estar entre amigos, mientras vemos los toros, ahora bien como sigan ustedes aprovechando mis ausencias para repartir despojos, a diestro y siniestro, voy a tener que ponerme serio.
Pdta: Ayer si presidía D. Manuel Muñoz, que vaya metedura de pata la mía, el otro día, perdone usted D. Trinidad.