Si llego a escribir la crónica de lo acaecido el sábado en Las Ventas antes de partir hacia Madrid, hubiera escrito el guión de lo que luego ocurrió, o al menos casi casi, porque la cornada a Perera no la hubiera previsto, las volteretas a Castella eran fáciles de imaginar, Campuzano inclusive.
Los toros del Tufillo, aunque los camuflen bajo el nombre de Joaquin Nuñez, omitiendo del Cuvillo, son los que mejor se sabían su papel, son toros modernos, no tienen fuerza ni dan problemas, descastados no sirven para el arte de torear, es decir en provincias se exigen, por los apoderados, en Madrid se desprecian, por los aficionados, tanto como se repiten, por la empresa con el beneplácito de La Comunidad.
Tras el caballito de castigo, Sebastian Castella vestido de luto y oro, estuvo muy encimista toda la tarde, lo de los terrenos es importante cuando es para torear, de nada sirve estar cruzado cuando estas encima del toro, sobró especialmente la tediosa vuelta al ruedo.
Serafín Marín, de azulito, turquesa dicen, y oro, volvió a apuntar y no disparar, volveremos a esperar, que otra cosa no pero el aficionado, paciente es.
Miguel Angel Perera, vestido con el mismo traje de Zafra, entró en la enfermería por su propio pie, con una cornada de veinticinco centimetros, antes de eso expuso en un quite ajustado por chicuelinas, rozó la perfección en el inicio de faena, dejaremos para otro día el debate de los beneficios y/o perjuicios de los inicios de faena por alto, atornillado al suelo cambió el recorrido del toro por la espalda en varias ocasiones y embelleció con el dulce pase de las flores. Después bajo el nivel con dos series de derechazos largos que no profundos y templados que no lentos, y al natural fue prendido, para incompresiblemente, si olvidamos que el que pastaba por los campos gaditanos había salido suelto en las dos varas que recibió, y digo incomprensiblemente el que se asustó fue el toro y no el torero, rajado el toro, casi por fortuna para el mermado torero, tras un estoconazo el de Puebla del Prior pasó a visitar al doctor Padrós.