Toros:
Uno de Fernando de la Mora para rejones, bravo, chico, y aplaudido en
el arrastre.
Seis de Bernaldo de Quirós, desiguales en presentación, mansos, bobos, débiles y descastados. El tercero de la lidia ordinaria y el sexto fueron pitados en el arrastre.
Toreros: Alejandro Zendejas a caballo: palmas.
Diego Urdiales confirmó la alternativa. En su primero mató de un pinchazo caído y tres golpes de descabello: vuelta al ruedo clamorosa. A su segundo lo despachó de dos pinchazos y tres cuartos: palmas.
Fermín Rivera. Al tercero del festejo lo pasaportó de una entera y un par de descabellos: palmas tras aviso. Al segundo de su lote le pinchó una vez y luego cobró una gran entera a toro parado: oreja protestada.
Fermín Espinosa “Armillita IV”, a su primero le asestó un pinchazo, un metisaca y casi media: pitos tras aviso. Al que cerró plaza se lo quitó de enfrente con una entera caída y trasera: pitos.
Entrada: unas once mil personas.
Diego Urdiales es un gran torero y así lo entendieron todos los aficionados que se dieron cita en el embudo de Insurgentes. Ahí queda su faena memorable al toro de la confirmación. El bicho tuvo nobleza y unas treinta embestidas buenas. Diego toreó como él sabe, con toda la verdad y la elegancia del mundo. Su trasteo muleteril tuvo todo: entrega, clase, naturalidad, muletazos completos y valor del bueno. El coleta riojano carga la suerte en todo momento y nunca da el pasito atrás. Si a eso usted le añade esa torería sin igual, estamos hablando del máximo exponente del toreo verdad. Los derechazos y los naturales en un palmo, templados hasta más no poder, consintiendo al toro, arrancaron unos olés capaces de ponerle la piel de gallina al más pintado.
Urdiales es el torero favorito del Faraón de Camas, y eso no es ninguna baba de perico. Viéndolo torear recordé una anécdota que define al menudo torero de Arnedo de pies a cabeza. Al maestro Antonio Bienvenida le preguntaron: ¿Qué es el empaque? Y él contestó: ¡Es la majestad, y esa sólo la tiene Antonio Ordóñez! Pues por ahí andan los tiros. Fue una lástima que pinchara a su primer enemigo y que el segundo de su lote no tuviera un pase, pero la gente lo ha adoptado ya como el torero más importante que ha venido de España en los últimos años.
Fermín Rivera no le anda muy a la zaga a Urdiales, posee el valor, el temple y la honestidad que tanta falta hacen hoy en las plazas. Con la verdad por delante, el sobrino de Curro Rivera le hizo una faena de muchos quilates a su segundo, un animal cojo y reservón. Fue prodigioso ver el arrimón con clase que se pegó el diestro potosino. Dándole todas las ventajas al bicho, Fermín le sacó al morito muletazos largos, templados y enteros en tablas, en la mínima distancia. Para mí la oreja fue merecida, para otros no, pero lo que se ve no se juzga.
El respetable quisiera ver a Diego y a Fermín con toros bravos, porque aquello sería el no va más. Si nuestro empresario fuera listo...
El tercer espada del cartel, Fermincito Armilla, estuvo muy mal. No se puede venir a La México a aliviarse de continuo. Le tocaron dos reses anovilladas que colaboraron bastante, pero el nieto de Armilla El Grande no tiene ni hambre ni vergüenza.
Tampoco tiene muchas ganas y el cerebro le funciona a menor velocidad que las zapatillas. Este niño tiene todavía dos tardes firmadas en la temporada ¡lo que nos espera!
Total, en esto del toro hay gigantes y pigmeos, Diego Urdiales y Fermín Rivera son de los primeros, el pobre Armillita IV es de los últimos.
Foto: Tadeo Alcina para Aplausos
Seis de Bernaldo de Quirós, desiguales en presentación, mansos, bobos, débiles y descastados. El tercero de la lidia ordinaria y el sexto fueron pitados en el arrastre.
Toreros: Alejandro Zendejas a caballo: palmas.
Diego Urdiales confirmó la alternativa. En su primero mató de un pinchazo caído y tres golpes de descabello: vuelta al ruedo clamorosa. A su segundo lo despachó de dos pinchazos y tres cuartos: palmas.
Fermín Rivera. Al tercero del festejo lo pasaportó de una entera y un par de descabellos: palmas tras aviso. Al segundo de su lote le pinchó una vez y luego cobró una gran entera a toro parado: oreja protestada.
Fermín Espinosa “Armillita IV”, a su primero le asestó un pinchazo, un metisaca y casi media: pitos tras aviso. Al que cerró plaza se lo quitó de enfrente con una entera caída y trasera: pitos.
Entrada: unas once mil personas.
Diego Urdiales es un gran torero y así lo entendieron todos los aficionados que se dieron cita en el embudo de Insurgentes. Ahí queda su faena memorable al toro de la confirmación. El bicho tuvo nobleza y unas treinta embestidas buenas. Diego toreó como él sabe, con toda la verdad y la elegancia del mundo. Su trasteo muleteril tuvo todo: entrega, clase, naturalidad, muletazos completos y valor del bueno. El coleta riojano carga la suerte en todo momento y nunca da el pasito atrás. Si a eso usted le añade esa torería sin igual, estamos hablando del máximo exponente del toreo verdad. Los derechazos y los naturales en un palmo, templados hasta más no poder, consintiendo al toro, arrancaron unos olés capaces de ponerle la piel de gallina al más pintado.
Urdiales es el torero favorito del Faraón de Camas, y eso no es ninguna baba de perico. Viéndolo torear recordé una anécdota que define al menudo torero de Arnedo de pies a cabeza. Al maestro Antonio Bienvenida le preguntaron: ¿Qué es el empaque? Y él contestó: ¡Es la majestad, y esa sólo la tiene Antonio Ordóñez! Pues por ahí andan los tiros. Fue una lástima que pinchara a su primer enemigo y que el segundo de su lote no tuviera un pase, pero la gente lo ha adoptado ya como el torero más importante que ha venido de España en los últimos años.
Fermín Rivera no le anda muy a la zaga a Urdiales, posee el valor, el temple y la honestidad que tanta falta hacen hoy en las plazas. Con la verdad por delante, el sobrino de Curro Rivera le hizo una faena de muchos quilates a su segundo, un animal cojo y reservón. Fue prodigioso ver el arrimón con clase que se pegó el diestro potosino. Dándole todas las ventajas al bicho, Fermín le sacó al morito muletazos largos, templados y enteros en tablas, en la mínima distancia. Para mí la oreja fue merecida, para otros no, pero lo que se ve no se juzga.
El respetable quisiera ver a Diego y a Fermín con toros bravos, porque aquello sería el no va más. Si nuestro empresario fuera listo...
El tercer espada del cartel, Fermincito Armilla, estuvo muy mal. No se puede venir a La México a aliviarse de continuo. Le tocaron dos reses anovilladas que colaboraron bastante, pero el nieto de Armilla El Grande no tiene ni hambre ni vergüenza.
Tampoco tiene muchas ganas y el cerebro le funciona a menor velocidad que las zapatillas. Este niño tiene todavía dos tardes firmadas en la temporada ¡lo que nos espera!
Total, en esto del toro hay gigantes y pigmeos, Diego Urdiales y Fermín Rivera son de los primeros, el pobre Armillita IV es de los últimos.
El toro de la foto es un erial tirando a añojo pasado. Y si es verdad lo de Fermín Rivera, esperemos que nos lo dejen ver en España .
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