Seis ejemplares de distintos hierros y encastes varios hicieron posible presenciar un espectáculo completo, mucho más completo que las corridas habituales con las que nos suelen anestesiar, o adormecer, las figuras. Cuando el toro es respetado por sus lidiadores crece y crecen las posibilidades de un espectáculo pleno.
Todo adquiere relieve y alcanza una dimensión que nos transporta a la autenticidad. Se permite ver el poder del toro y no, como ocurre de forma recurrente, el aborregamiento del mismo para facilitarle las cosas a las figuras de turno.
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Pero, ahí una contradicción, también se puso de manifiesto en los comentarios de los responsables de los micrófonos de la retransmisión. Alabaron y alabaron cuanto veían y eso no es contradictorio, la contradicción viene cuando pasado el tiempo del festejo se olvidan para siempre de lo dicho y proceden a rendir pleitesía a esa fiesta disminuida, la que se ve a diario, por la ausencia del toro. En esos días, con la presencia de las figuras y sus toros a modo, es cuando había que hacer hincapié en lo menor de la misma y las múltiples diferencias con esta de Zaragoza.
Antolín Castro en Opinión y Toros- Aquí el artículo completo-
Nota: Debemos destacar la labor de Antonio Ferrera, Javier Castaño y Paulita , quienes como indica Antolín, respetaron la lidia y nos permitieron disfrutar de una buena corrida de toros.
foto: Aplausos
Incontestable, el artículo de don Antolín.
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