Mientras los ganaderos busquen pastueña docilidad, que es la que reclaman las figuras, el espectáculo seguirá perdiendo atracción.
Pero pasan las temporadas y nadie piensa en regenerar la cabaña brava, se enarbolan docilidad, bondad y dulzura como el argumento principal de las ganaderías prestigiosas y que nada tiene que ver con el toro que demandan tarde tras tarde los aficionados, un toro fiero, bravo, noble y encastado cuyo último destino es morir matando ; ese toro que infunda miedo y suspenda el ánimo al espectador en el tendido lleno de fuerza, casta y fiereza, que galope, embista, remate en tablas, derriba y descabalga al piquero, se encele repita, humilla y se vacia en las embestidas. Ese toro es el que demanda el aficionado, ahora más que nunca, que despierte la dormida " emoción ", con una intensa creación de belleza y ponga de manifiesto donde se encuentra la verdad del toreo.
Mariano Cifuentes - Aquí el post completo -
Foto: Tierras Taurinas
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