Existen
muchos tipos de aficionados a los toros, cosa natural en un arte
complejo, muy dado además a la controversia interpretativa, a las
pasiones y, desde luego, a las aberraciones. Una plaza de toros
repleta de gente puede suponer un tipo de expectaciones iniciales o
de posteriores desánimos distinto para cada espectador. Cada cual
acude a la fiesta de toros con un secreto afán, y cada cual con un
privado bagaje de afición.(…)
Un cabal es lo contrario de un cabalista , pues el cabal no fía
ninguna valoración al albur, sino únicamente al ejercicio del
sentido común y a la constatación a través de sus conocimientos.
Un cabal no opina, sentencia. No corrige, denuncia. No es voluble,
sino dogmático, necesariamente dogmático.
El cabal ilustrado intuye que el toreo es siempre un arte en decadencia, un arte con mucha temporada de saldo. El cabal es un aficionado que, por instinto reflejo de nostalgia, mira atrás para contraponer la niebla dorada del pasado a la polvareda gris del presente. El cabal, en fin, presencia las corridas de toros con mucho juego de memoria”.
“Palco de sombra. Escritos taurinos”, de Felipe Benítez Reyes.
Foto: Concha Ortega.
El cabal ilustrado intuye que el toreo es siempre un arte en decadencia, un arte con mucha temporada de saldo. El cabal es un aficionado que, por instinto reflejo de nostalgia, mira atrás para contraponer la niebla dorada del pasado a la polvareda gris del presente. El cabal, en fin, presencia las corridas de toros con mucho juego de memoria”.
“Palco de sombra. Escritos taurinos”, de Felipe Benítez Reyes.
Foto: Concha Ortega.
Vía: Antonio Pineda
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