miércoles, marzo 18, 2015

Sobre los hermanos Quintas


Mi abuelo fue un fuera de serie. Un tratante nato. Provenía de una familia muy acomodada de por aquí, que se había arruinada por culpa de un pariente. Creo que mi abuelo se propuso volver a ganar lo que había desaparecido. Compraba ganado, vendía, juntaba tierras, montaba festejos y daba trabajo a la mitad del pueblo. Era muy buen aficionado y si hubiera vivido más -murió muy joven- creo que hubiera puesto a funcionar a sus Martínez a lo grande. Sabía que esta ganadería atesoraba mucha casta y es lo que le gustaba. Muy poca gente sabe que también le dio por comprar lo de Escudero Calvo cuando esta familia empezó a decaer. Como siempre se las arreglaba, se hizo amigo de los vaqueros, les ofreció comprar todo el ganado de la excusa y, a la hora de llevarse las vacas, escogió las que quiso porque esto estaba ya bastante abandonado. Victorino no se había planteado todavía hacerse con los Escuderos. Bastante tenía con sacar adelante los negocios familiares con sus hermanos. Aquí venía a menudo para tratar con mi abuelo y mi padre: cosas de vacas lecheras, alguna partida de bravo para los pueblos... Si mi abuelo llega a vivir más, seguro que hubiera comprado todo lo de Escudero antes que Victorino… y ¡al contado! Iba de trato con la leña en el bolsillo, no en plan de pedir créditos”. Los hijos de Alfredo Quintas Sancho -Alfredo, Manuel, Julia y Pascuala- se repartieron su herencia. Como es la costumbre, los varones se encargaron del ganado bravo y de los negocios relacionados con él, desarrollándolos más aún.

En las fincas de la familia, se juntaron animales de todas las procedencias, que nada más llegar salían para los pueblos, donde se corrían o lidiaban. El ganado de Martínez estaba apartado, muy cotizado en toda la sierra por su casta endemoniada y su viveza. “Mi padre llegó a tener más de cuatrocientas vacas de las berrendas, pero nunca se lo tomó muy en serio. Le gustaban, pero no se planteó subir un peldaño más para lidiar en plazas de mayor importancia”. Probablemente intuía que, el sambenito que los taurinos habían puesto a los Quintas por ser “El Corte Inglés” del ganado bravo, no iba a facilitar el desarrollo de una ganadería “seria”, por muy encastada que ésta fuera.


[…] En vez de deshacerse de los Martínez, los Quintas de la tercera generación decidieron dar un paso más. “Llegó un momento en el que tuvimos solucionada nuestra vida. Llegamos a vender 740 animales al año… y ahora toca disfrutar con lo nuestro. Todos compartimos la misma afición para el toro encastado, fiero y que se mueve. Y así son nuestros Martínez, por la sencilla razón de que siempre los hemos seleccionado así. Nunca nos ha importado la opinión de los toreros, puesto que nunca nos hemos propuesto lidiar en plazas donde mandan ellos”.

foto: André Viard

2 comentarios:

  1. Ojo a esta ganaderia, venden muchos toros para encierros tanto en la provincia de Madrid como en la de Guadalajara, de su hierro y de otros hierros de los que se nutren para vender a festejos populares, y hay que decir que "los berrendos" de su hierro propio son dinamina, pocos fallan. Tengo ganas de ver una novillada completa de su hierro, espectaculo asegurado.

    PD: lidio un novillo en Las Ventas en la novillada concurso del año 2013 y aparte de ser ovacionado de salida pudo ser extraordinario, pero como en estas novilladas ponen a lo peor del escalafon para que les salga muy barato....el pobre novillo tuvo la mala suerte de caer en malas manos y ante tanta casta lo mataron en el caballo como asi confirma toda la prensa sobre ese festejo. Deseando ver lidiarse mas berrendos de Quintas, que es una pena que esos animales acaben en encierros de campo y calles, aunque cierto es que son puro espectaculo ahi tambien.

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  2. Los berrendos, a parte de por su presencia es de lo poco que se salva de esa ganadería. Yo todavía no he visto un toro verdaderamente bravo de Hermano Quintas, quizás uno que se estrello nada más salir con el pilón de la fuente de Valfermoso. Cosa que no se podrá repetir, porque quitaron el pilón. Y quizás otro que yo no vi de un encierro mañanero, que se enfilo camino de la Vega que me ha contado un vecino de mi pueblo que jamás se pierde un encierro.

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