Las plazas cubiertas son un verdadero espanto. La luz crea un ambiente "irreal", nada apropiado para ver una corrida de toros; el sonido es el de los polideportivos, sonidos amplificados que nos alejan de los silencios y de la magia de la Fiesta; el humo crea, sobre todo en las localidades altas, un ambiente irrespirable; las butacas de plastico, tipo ambulatorio de la seguridad social, provocan cierto aislamento del espectador, que no facilita el trato, la conversaciòn con nuestros vecinos de localidad.
Eso sì, en el recinto hay centros comerciales, cines, se celebran conciertos, reuniones de los Testigos de Jehova, operas populares, circos.....¿y toros?, bueno estos cuatro tardes al año.
Las plazas cubiertas son un monumento al mal gusto, una prueba màs de la banalizaciòn de la Fiesta, de su sometimiento a las reglas del mercado...y por tanto, su alejamiento de la verdad, de la pureza, de la integridad, de magia, del arte, conceptos que no creo que estèn muy presentes en esos despachos de apoderados-empresarios-constructores.
Ah, en Madrid, antes de las feria de San Isidro vimos parte de los tendidos de sombra cubiertos con las mencionadas sillas de plàstico, luego las quitaron, segùn leì, por el mero hecho de que su colocaciòn implicaba la desapariciòn de alguna fila de tendido, es decir, no se quitaron por mera decencia, y un sentido bàsico del gusto, sino por que no era rentable.
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