Nos pide Curro, poncista y julista confeso, afortunadamente para la heterogeneidad de la afición, opinión sobre el artículo, sin firma, de mundocapea sobre los efectos de la globalización en la tauromaquia actual, la verdad es que me ha costado entenderlo, de hecho no estoy muy convencido todavía de haberlo comprendido, pero creo que peca de todos los defectos propios de la tauromaquia actual, es tan bonito como superficial, no entra ni mucho menos en los verdaderos problemas, dijeramos que lancea con la pata atrás para luego dejar una media verónica buena, todo ello aderazado con alguna chorrada navideña, lease lo de Caín y Abel.
Lo peor es que no traza, ni ofrece un camino a los problemas planteados, que son tan ciertos como que se olvida del verdadero problema, y a su vez única solución, el TORO, que sólo se acuerda de el para referirse por dos veces al arte de torear como La Fiesta de los Toros, pero no está pidiendo un cambio, en la forma de llegar a la sociedad, para luego caer por dos veces en el primero de los tópicos, no pide hacer piña con una cultura global pues sea lógico no vamos a las plazas de toros de fiesta, vamos a disfrutar del arte de torear, para lo cual lo primero y principal, y que curioso no se cita en este artículo, hace falta un TORO, bravo y encastado, con sus defectos y virtudes, en las que no nos pondremos todos de acuerdo, con sus defensas íntegras, sus fuerzas intactas y en buena lógica en perfecto estado de salud, lease sin medicar. Y luego abrá un torero que si es capaz, con virtud, disposición y habilidad lo lidie hasta su muerte. Cuando esto ocurre, cuando se dan estas dos circunstancias, se acabó la globalización y los localismos, los verdes y los azules, los aficionados y los isidros, todo el mundo se estremece y luego ya nos tomaremos unos vinos entrando en detalles.
Tengan cuidado con los excesos propios de estas fechas, que los años van pasando.
Con respecto a los comentarios publicados por Costillares y Jandro en relación con el artículo aparecido en Mundotoro, no cabe duda de que tienen razón cuando hablan de problemás endógenos en la Fiesta: falta de casta, afeitado... Creo que esos factores acelerarán el fin de la Fiesta, pero éste llegará independientemente de como se hagan las cosas desde dentro. ¿Por qué? Simplemente, son tendencias dominantes en la sociedad generadas normalmente por la demagogia de quienes mandan. Ejemplos hay a montones. Por ejemplo, ¿la caza del zorro ha concluido por descastamiento de los zorros? Otro ejemplo, el boxeo. En toda Europa, y concretamente en España, había gran afición al boxeo. Recuerdo que, siendo un niño, me entusiasmaban los combates televisados de Perico Fernández, Velázquez, Evangelista... ¿Qué ocurió durante los 80? Sólo había una TV, dejaron de retransmitir boxeo, y automáticamente dejó de existir. Por supuesto que siempre ha habido empresarios desaprensivos, mafia..., pero ¿acaso no la hay en el fútbol, donde multitud de árbitros y equipos han sido comprados, además de ser un vertedero de blanqueo de dinero de empresarios del ladrillo. Recuerdo debates en los 80 en los que siempre aparecía el entonces alcalde de Oviedo, que había prohibido organizar combates en su ciudad por ser un espectáculo violento. Ahora, Barcelona ha sido declarada oficialmente ciudad antitaurina. ¿Será que les preocupa que la suerte de varas no se ejecuta bien? ¿O es quizá que se cita al hilo del pitón? Hace unas semanas, los españoles del grupo socialista en Bruselas han votado en contra de las subvenciones a la ganadería brava. Los otros tampoco movieron un dedo cuando gobernaron. No hay autoridad que vele por la pureza de la Fiesta. Hasta cierto punto, es lógico que los que se juegan la vida, busquen sus ventajas mientras no haya Autoridad que las prohíba, en fin, estamos en el abandono cuando no en el hostigamiento, y lo que no es políticamente correcto, termina durmiendo el sueño de los justos.
ResponderEliminarA medida en que va calando ésta percepción de los toros, menos de los que van a la plaza por cuestiones sociales o por inercia festiva acudirán, y no cabe duda de que esto es de imposible sostenimiento exclusivamente por aficionados, ni ahora ni nunca.
En el sentido en el que creo que tiene razón el artículo es en la necesidad de unión de todos los elementos del estamento taurino.