sábado, noviembre 10, 2018

Una lección de dignidad y toreo puro Diego Urdiales en la Tertulia de Jordán




Una lección de dignidad y toreo puro

Diego Urdiales en la Tertulia de Jordán



Esperábamos con expectación  la llegada de Urdiales a nuestra tertulia, todavía con el recuerdo emocionado por la gran tarde que nos había regalado el pasado 7 de octubre en la Feria de Otoño de Madrid. Su rectitud de planta torera, sus modales serios pero cálidos en los primeros saludos y sobre todo, su mirada franca y directa, nos hacían presagiar grandes momentos, y así fue.  De orígenes sencillos, comenzó su afición desde muy niño; recuerda sus juegos al toro con sus hermanos también aficionados,  toreando con un trozo de manta, que aún conserva, y cómo veía en TV las corridas sentado junto a su padre que era un gran aficionado siempre próximo al mundillo taurino de la plaza. Nos relata en un ejercicio de memoria infantil como una tarde que pasó por la vieja plaza de Arnedo, vio la puerta abierta, pasó, se quedó prendado y se quedó para siempre; ese día llegó a su casa diciendo que quería ser torero. Tendría unos 10 años. Se apuntó a una escuela de Tauromaquia de Arnedo  que llevaba un aficionado sevillano afincado allí, Rafael Guerrero, quien al verlo dar sus primeros lances con el único capote que disponían, reconoció en él unas cualidades innatas; en sus palabras se percibe la gran deuda de gratitud que tiene hacia el que le enseñó sus primeras lecciones taurinas y se enorgullece de que la tarde del 7 de octubre estuviera presenciando la obra maestra de su alumno; reconoce que los estudios nunca le han gustado. Desde esos primeros capotazos infantiles a hoy, toda una vida de sinsabores  y dificultades que nos va desgranando sin alardes de victimismo o rencor pero si con la firmeza y la seguridad del que se lo debe todo a sí mismo. Nadie le ha regalado nada, antes bien ha tenido una carrera con grandes altibajos en la que muchos años no toreó ninguna tarde o apenas una o dos, siempre con ganaderías de las llamadas duras, pero ganándose poco a poco el respeto de los aficionados. Lo que le ha desarrollado un cierto punto de soberbia que le ha ayudado a sobrevivir. Prefiere hablar de encastes, no de ganaderías,  y presume de haber toreado todos, excepto Miura al que considera no podría realizar el toreo que siente, y  dice que en cualquiera puede salir un toro peligroso y con dificultades. Ha lidiado treinta cinco tardes toros de Victorino  Martín en plazas de compromiso. Difícil resumir las perlas que nos fue dejando a través de una conversación fluida en más de tres horas que nos supieron a poco y en la que desde el primer momento llevó la batuta  sin rehuir ninguna cuestión planteada; con voz firme, incluso de tono elevado a veces, nos fue mostrando sus pensamientos y corazón, los de un hombre, un torero, que tiene como principio vital su dignidad y honradez y dice con orgullo que ha tenido muchos años que agarrarse a oficios como el de pintor para ganarse la vida. Fiel a sus principios, a su pueblo y sus raíces.  

Esta temporada ha sido especial, llegó a  la feria de Bilbao habiendo toreado solo en Arnedo y tras rechazar estar en San isidro, lo que produjo verdadero pánico en su entorno; pero él en un temerario alarde de dignidad, consideró que no podía aceptar las condiciones ofrecidas y echó la moneda de su futuro al aire, demostrando su personalidad y que su carrera la dirige él. Dice orgulloso, que Bilbao es su feria talismán que siempre lo espera, ha sido testigo de tres Puertas Grandes con ganaderías como Victorino y Alcurrucén. Torero de aficionados y admirados por grandes Maestros, Curro Romero, El Viti, Talavante, Tomás… que lo siguen y reconocen la pureza de su toreo. Madrid es también su plaza donde siempre da la cara y se siente respetado por la afición alli ha vivido grandes faenas a toros importantes a veces malogradas por la espada. Reconoce que el bombo de Casas le ha salido bien y que desde agosto ya tiene firmadas dos para el próximo San Isidro y quien sabe…   

Y volvió a Madrid en otoño;  y vivió, vivimos, una tarde llena de lecciones de torería, pureza, verdad y clasicismo. Dice que de la faena al toro Hurón de Fuente Ymbro, no recuerda nada concreto, solo sensaciones, que no la ha vuelto a ver, pero que todavía siente la sensación de cómo sintió que se paraba el tiempo en la muleta. Esa faena le está cambiando la vida como se fuera la recompensa a tanta dignidad. Está recibiendo más llamadas para próximas ferias, pero no es un torero que quiera torear a cualquier precio y en cualquier plaza, selecciona y exige. Donde vaya será con las condiciones que yo quiero ir, resume categórico.

Disfruta viendo videos de toreros del siglo XX, sus referencias son Romero, Bienvenida, Viti, Paula, Camino, Pepe Luis Vázquez, Martín Vázquez…en ellos se inspira. Nos habla de su concepción del toreo, y de pie nos desgrana misterios de la colocación, movimientos y juegos. Lo miramos absortos cómo dibuja un muletazo en el aire. Lo más difícil es torear largo, vertical y con naturalidad,. Naturalidad, palabra que repite como la llave que abre la pureza del toreo. No me gusta la palabra  técnica sino hablar del conocimiento del toro y del toreo. Cada torero tiene su distancia como el toro. El muletazo hay que darlo con los talones fijos en el suelo, conjugar pecho, cintura, muñecas, dedos entregados y naturalmente suelto, y quedarte preparado para ligar el siguiente. Es muy difícil pues depende de la entrega del toro y del sentimiento del torero.  Ahí es cuando aparece el arte, torear así se consigue pocas veces pero es lo que él busca en su tauromaquia y que logró en Las Ventas. Es consciente de las repercusiones que ello va a tener y siente cierto vértigo pues se le va a esperar mucho en nuevas tardes y el arte no aflora desde el alma con facilidad;  pide paciencia, la que a veces achaca no tiene la afición madrileña a la que está muy agradecido, y sabe de las reacciones de parte de las llamadas figuras a acartelarse con él, pero lo tiene muy claro, las condiciones las fijará el torero pues es el dueño de su  trayectoria. Sentencia, La actitud del torero puede con el toro, el animal la siente…, Hay que torear con el alma, esta frase de ecos belmontinos, sería la esencia de un torero que nos ha dado los mejores momentos de emoción y toreo de esta y muchas otras temporadas: Un destello de luz y vuelta a la verdad entre tanta mediocridad y mentira. Gracias maestro Urdiales, ha prometido volver y como es un hombre de palabra, volverá.

Madrid 8 de noviembre de 2018

Yolanda Fernández Fernández-Cuesta, cronista sustituta en el cartel de hoy.

Foto grupo :  Andrew Moore
Foto Diego a la verónica: Javier Arroyo


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