jueves, marzo 01, 2012

Sobre la gran mentira del taurinismo moderno


La gran mentira del taurinismo moderno, para justificar la marginación de las ganaderías llamadas duras, consiste en explicar que hay unas que embisten -las que matan las figuras - y otras que no, cuando en realidad sólo buscan aquellas que embisten “a su gusto”. Según ellos, las que no se entregan a lo tonto – esto es, las que demuestran que tienen carácter - carecen de bravura o calidad, cuando lo que les falta, en realidad, es sumisión y previsibilidad, dos “cualidades” de las que afortunadamente se han librado en su gran mayoría los toros de Iban, cuya nobleza contreras se puede catar a condición de poder primero con su bravura fonseca. Que pueda resultar incómoda o áspera como se materializó en Bastonito, manifiesta la grandeza de la Fiesta y su autenticidad. Cualquier otro camino conlleva el empobrecimiento del rito taurino. Desafortunadamente, llevamos desde hace años un rumbo desastroso: al toro bravo y fiero lo llaman brusco, y al que no humilla del todo aseguran que es malo. Muy tontos tenemos que ser los aficionados para que después de tantos años sigamos empeñados en ver en las plazas todas estas ganaderías que las estrellas del escalafón ni se dignan en mentar. Muy tontos, o muy testarudos, por preferir faenas cortas e intensas antes que esas sinfonías, estéticas por cierto, frente a unos colaboradores bobalicones y obedientes, muchas veces muy por debajo del trapío mínimo que se debe esperar.
Y seremos muy optimistas si seguimos pensando que con media docena de Bastonitos en un San Isidro frente a seis toreros valientes y preparados, la Fiesta recobraría más importancia que todos los indultos que se quieran conceder. De hecho, ahí radica el éxito de la ganadería de Iban en muchas plazas francesas, donde, después de demostrar su buen momento en cosos modestos o con novilladas, vuelve a anunciarse en las mejores ferias con corridas. ¿Quién las lidiará? Qué más da. Cuando el toro aporta la emoción verdadera nacida de la casta y la bravura, el público se divierte, estén o no las figuras, las cuales, últimamente, por ir demasiado cómodas, han cosechado no pocas victorias pírricas, cuyo resultado se traduce en la pérdida de público que puede comprobarse con ver los tendidos medio vacíos.

2 comentarios:

  1. Toda la razón. Esas corridas de figuras, en la que sale el toro bajito, estrechito de sienes, recortadito, en las que se les dan pases y mas pases, la mayoría descargados, aunque sean estéticos, por lo general, son carentes de todo tipo de emoción y terminan aburriéndome. Al día siguiente no me acuerdo de nada.

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  2. Absolutamente magnífico. Una realidad y una verdad como un templo

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