En
Valladolid con el tirón de una tarde y media de JT se lograron
vender casi todas las localidades todos los días, en realidad buena
parte del personal nos compramos el abono, tal era el propósito de
la corrida homenaje, más la otra tarde de JT.
Sobre
la corrida homenaje ya escribí unas líneas el otro día, hoy no
puedo resistirme a decir algo de las cuatro que faltan.
En
cuanto a los toros (sic):
Lo
de Zalduendo fue un verdadero fiasco, dos fueron devueltos a los
corrales sin demasiadas contemplaciones (la presidencia en Valladolid
atiende los mínimos deseos del público, en este caso
justificadamente), pero los que los sustituyeron (uno de ellos de Las
Ramblas) y los que no fueron devueltos podrían haber corrido la
misma suerte, supongo que así podríamos habernos ido a casa o a las
casetas de la feria, lo que habría sido mucho más gratificante,
porque dudo que el número de toros que hay en los chiqueros sean
ilimitado.
En
cuanto a los de Nuñez del Cuvillo con los que triunfaron JT Y
Manzanares no fueron gran cosa y es posible que el que mejor pinta
tenía, el primero de JT, hubiese sido lo más lucido del encierro,
de no ser porque primero un topetazo contra las tablas y luego una
voltereta bastante fea lo dejaron tan quebrantado que hubo que
devolverlo a corrales. El resto eran de una nobleza indiscutible,
casi bonachones, de manera que permitieron el lucimiento de las
figuras.
Los
de El Pilar eran unos bichos que a muy duras penas lograban
mantenerse en pié, cuando no perdían los cuartos traseros hacían
lo propio con las manos y en ocasiones lo perdían todo a la vez. Una
auténtica birria de toros a pesar de que la presentación de alguno
de ellos no era mala.
Los
del último día de Hnos García Jiménez tuvieron nobleza y
movilidad, así que permitieron a los toreros cierto lucimiento, El
Fandi, Curro Díaz y José Garrido.
Los
toreros:
José
Tomás estuvo en su línea a pesar de que su primer toro no permitió
demasiado, algo abanto en un primer momento luego fue más bien soso
y no vino mal por que JT cobró la estocada sin apenas vaciar la
embestida y casi tiene un percance, lo que no sucedió debido a la
escasa codicia del toro, que lo persiguió sin demasiado entusiasmo.
A su segundo le cuajó una faena desigual, los habituales estatuarios
iniciales (temo que JT solo tiene una faena, sea el toro como sea),
algún pase con la derecha extraordinario y luego ciertos alardes
algo impropios del maestro (¡circulares por la espalda! Debió ser
para disipar mi temor expresado en el anterior paréntesis, aunque si
es para dar circulares por la espada prefiero la monofaena), no
obstante, como dijo mi hija, aunque haga lo mismo que los demás, es
otra cosa. No cabe duda. Cobró una estocada feísima que salía por
el costillar pero ya nadie le negó las dos orejas y mucho menos el
presidente (antes ponían en la presidencia a comisarios de policía,
pero éste, no me he molestado en averiguar quién es, debe de ser un
prior de la orden de los franciscanos) .
Como
cualquiera que haya leído alguna vez mis líneas sabrá, no le tengo
demasiado afecto a la tauromaquia de Manzanares, pero en esta
ocasión, como ocurrió en Madrid, debo decir que a su primer toro le
cuajó una buena faena, con gusto (eso nunca se lo he negado) y sin
aliviarse como nos tiene acostumbrados, hubo un cambio de mano,
rematando con un natural interminable, remató con una estocada
recibiendo de buena factura y obtuvo dos orejas con todo
merecimiento. En el segundo nos deleito con sus habituales pases
despegado y mató de estocada caída a un toro que ya no quería
saber nada.
Morante:
el primero de Morante era una birria que no tenía un pase, todo el
mundo pudo verlo, así que decidió matarlo tras unos cuantos pases
de prueba, otros toreros han hecho lo mismo en esta feria a petición
del propio público, en este caso a Morante le cayó una bronca de
campeonato, aunque es cierto que la razón fundamental de la bronca
no fue esa, sino que las pasó moradas para matar al animal. Tanto es
así que, lo nunca visto en tiempos modernos, le recetó otra
estocada sin sacar la primera honda, cualquiera diría que era un
carriquiri y no esa monja boba. El segundo no era mucho mejor, pero
decidió intentarlo, sin duda para evitar otra bronca, lo consiguió,
pero el toro no valía para nada y la faena para poco. Castella y
Lopez Simón estuvieron aseados y despegados, como una imagen vale
más que mil palabras puede verse este enlace queda escrito que la Zalduendada no valía para nada (el pareado no
era deliberado… vaya, otra vez)
El
Juli no tuvo su tarde y queda escrito que la ganadería del Pilar
tampoco, eran todos unos inválidos – me refiero a los toros
evidentemente . Con el primero de su lote le dieron una oreja por
alguna razón que ya no recuerdo, al segundo le metió un golletazo a
la tercera que le hizo guardia de forma feísima, si esto lo hace
Morante se arma la de Dios es Cristo, al Juli aún hubo muchos que lo
aplaudieron.
Talavante
no pudo estar tan lucido como el primer día, los toros no decían
nada y el poco pudo añadir, también nos deleitó con otra estocada
haciendo guardia.
David
Mora tiene muy buen gusto indiscutiblemente, se le dio una oreja
cobrando una trasera estocada y hubo un tipo que le gritaba
insistentemente, para vergüenza de su hija y sobrina que lo
acompañaban “crúzate” “crúzate”, pero no se cruzaba ni a
tiros, así que ninguna de las dos faenas tuvo la menor gracia. Por
cierto, el tipo que gritaba “crúzate” era yo.
El
Fandi estuvo bien y sufrió un topetazo en su segundo que lo llevó a
la enfermería e impidió salir a hombros, cuando terminó su faena,
lo cierto es que el toro parecía reparado de la vista como se decía
antiguamente, así que lo toreo sobre todo por el pitón izquierdo.
Al primero le administró todos los lances habituales de su
tauromaquia, e incluso estuvo algo más fino que habitualmente con la
muleta. Mató recibiendo aunque el estoque cayó algo bajo. Puso
algún par de banderillas meritorio. Como es habitual muy pendiente
de la lidia. Considero a El Fandi un torero digno, que lidia bien y
maneja bien el capote. AL segundo también lo banderilleó y lidió
como pudo después del percance, hasta que lo mató sin finalmente
poder salir a hombros sino por la enfermería.
José
Garrido torea muy bien y tiene un arrojo y saber estar en la plaza
que lo hacen un torero a seguir. Con su primero estuvo muy bien en
todas las fases de la faena, combina el arrimón con buenos pases y
no se arruga en ningún momento, tengo ganas de volver a verlo en
Madrid en el mano a mano. Mató bastante regular a ambos toros, la
primera estocada se fue al rincón y la segunda fue muy trasera, en
cualquier caso se le dieron dos orejas por la primera faena y una de
propina por la segunda.
Leonardo.
Desgraciadamente en materia de rejoneo cualquier cosa que yo diga
será una tontería, posiblemente también en otras, pero es lo
cierto que nunca me ha gustado demasiado, he visto poco y
probablemente después de la experiencia del otro día, si me lo
vuelven a enchufar en una mixta - sobra decir que si se trata solo de
rejoneo no tengo la menor intención de ir - aprovecharé para salir
a pedir algo refrescante. Los dos animaluchos daban verdadera pena,
Leonardo daba vueltas y vueltas a su alrededor sin ton ni son y a su
segundo lo dejó hecho un acerico, en fin, que creo que ni torero ni
toros tienen nada que aportar al arte del maestro Cañero (último
según se dice en rejonear toros en puntas, aunque después resultó
ser un tipo de no tan grato recuerdo). A pesar de lo anterior
Leonardo nos deleitó en las dos faenas con un extenso repertorio de
aspavientos, que es otra de las cosas que nunca he entendido por qué
hacen los rejoneadores, viéndolos se diría que han marcado un gol.
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Los
“animalistas” (unos 15, no creo que ni 20, que había a la
entrada de la plaza):
Hablaré
de los “animalistas” cosa que nunca hago y probablemente no lo
vuelva a hacer, me parecen tan irrelevantes y de una indigencia
moral e intelectual tan acentuada que aunque ganasen sus absurdas
batallas - y debo decir que no es improbable que esto ocurra - me
parecerían no menos irrelevantes, siempre que tales batallas no
incluyan comenzar a acabar con las personas que no están de acuerdo
con ellos, lo que desde luego tampoco descarto, dado el grado de
fanatismo y el odio que habitualmente destilan.
Parece
mentira que personas capaces de albergar ese odio hacia los toreros y
hacía aquellos que vamos a los toros a “disfrutar de como se
tortura a un animal” puedan amar tanto a los animales, ni a ser
viviente alguno, claro que del ser humano se puede esperar todo (o
nada). Decía Nietzsche que el hombre es el animal más alejado de
sus instintos, cosa que me parece del todo indiscutible, el caso de
los veganos es paradigmático y sean o no veganos, el de los
animalistas no lo es menos.
En
realidad estamos ante una nueva religión y como cualquier religión
no repara en medios para conseguir sus fines, y se ampara en una
ética radicalmente superior, incuestionable: ontológicamente el
animalista tiene razón y los otros no, y por tanto éticamente sus
planteamientos no admiten discusión, están revestidos de santidad y
de bondad. Acaso alguien se ha parado a reflexionar alguna vez en
cómo se sentían los inquisidores, por ejemplo, el Cardenal
Torquemada: racionalizar la ética de los demás es extremadamente
difícil, de ahí la autonomía de la ley moral definida por Kant,
por eso cuando se piensa en Torquemada se piensa en un tipo malvado,
un malo de película, una especie de Fu Man chu que disfruta haciendo
el mal sin embargo lo más probable es que él pensase que estaba
haciendo el bien y se sintiese satisfecho consigo mismo, cumplía la
obra de Dios en la tierra mandando quemar herejes y judíos conversos
de los que no se fiaba (sus propios padres lo fueron), es decir, un
imperativo categórico.
Hace
algunos años en una conferencia en Valladolid dijo Savater en
relación a los etarras que no podemos pensar en ellos como tipos que
tienen escrúpulos por lo que hacen o mala conciencia: por aberrante
que a los demás nos puedan parecer sus crímenes, a ellos no les
atormenta la conciencia por su maldad, porque ellos no creen que
estén haciendo el mal, por el contrario hacen lo que creen que deben
hacer. Ellos tienen razón, los demás, los que no piensan y actúan
como ellos y la ley, aprobada por un parlamento democráticamente
elegido, se equivocan. Por tanto, concluía, el problema no es ético,
sino legal y por tanto hay que hacer con el etarra lo mismo que se
haría con cualquier persona que hiciese lo que el hace, que es
aplicarle la ley, sin preocuparnos por su buena o mala conciencia.
Como
tengo algunas amistades antitaurinas en Facebook (no las bloqueo,
como alguno de ellos ha hecho conmigo) no es infrecuente que tenga
que soportar a menudo la visión de textos o enlaces que me producen
sentimientos encontrados que van desde el sonrojo, hasta el mosqueo,
desde la estupefacción hasta la pena, en ocasiones causa miedo leer
algunas soflamas, porque de entre tantos, no cabe pensar que sus
perversos desiderátum pasen a los hechos, como ya ha ocurrido en
alguna ocasión y si no, que se lo pregunten a André Viard.
Entre
esos enlaces hay uno que es habitual. Se trata de una institución,
sí que recuerdo su nombre, pero prefiero no dar pistas para evitar
ser asaeteado, que recoge animales de los lugares más inopinados, de
mataderos, por ejemplo: un ternero, o un cerdito y se los llevan a
una granja, donde animales de distintas especies disfrutan de una
vida idílica, todos juntos en unión de los dos personajes un tanto
melífluos que regentan este paraíso en la tierra que recuerda a los
cuadros bucólicos ingleses (no los de caza por supuesto).
Naturalmente cada vez que se cuelga un video con un rescate de este
tipo instan al personal a apadrinar al bicho de turno (toda religión
pasa el cepillo). No se si se puede entrar en qué interés puede
tener rescatar a un ternero de un matadero si cada día van a
liquidar a otros miles y miles en todo el mundo (supongo que nadie
cuestiona que la gente tiene que comer, ¿o sí?), es algo así como
lo que hacía el niño que se encuentra San Agustín en la playa. En
el último video, uno de ellos, nimbado por un aura de santidad nos
cuenta el rescate de un cerdito al que iban a matar, apenas consigo
seguir todo el video sin sentir vergüenza ajena, pero el speech
llega su paroxismo cuando nos dice que el cerdito, que llevan
acomodado en el asiento de atrás, “huele un poco mal”.
Verdaderamente de entre las plagas que ha traído la vida urbana,
despersonalización de las relaciones, delincuencia, contaminación y
un largo etc, el desconocimiento de la naturaleza y el alejamiento de
los instintos más esenciales a que antes hacía referencia es una de
las peores lacras y produce excrecencias de este tipo, porque ¿cómo
va a oler un cerdo?.
A
mi me produce rubor todo lo que rodea una institución de este tipo,
y me produce reparos morales, porque qué sentido tiene corregir la
esencial fungibilidad de un cerdo como si de un ser humano se
tratase. Por supuesto que Schindler salvo a unos pocos judíos, lo
que no evitó que murieran otros seis millones, pero la diferencia es
que un ser humano es insustituible que, ontológicamente,
metafísicamente, teleológicamente, éticamente es incuestionable
que es mejor que vivan 10.000 personas más, que 10.000 menos, o una
sola, sin embargo que viva un cerdo más o menos en el mundo es del
todo indiferente (quizá no según la Teoría del caos, pero eso ya
es otra cuestión) sin contar con que el número de cerdos necesarios
para abastecer el mercado será el que sea, así que si hay que matar
100.000, pongamos por caso, aunque estos tipos salven a uno, se
seguirán matando los mismos 100.000. En cualquier caso la moral
porcina no es mucho mejor que la nuestra (me refiero a la de la
mayoría de la población que no regentamos establecimientos para
salvar a animales del matadero), porque no es infrecuente que la
cerda recién parida, en especial cuando tiene mucho peso, se de la
vuelta para cambiar de posición y aplaste sin contemplaciones a
alguno de los cochinillos, eso cuando no se come a alguno, que, sí
señores animalistas, eso también ocurre en no pocas ocasiones. Por
cierto a la institución, como a otros de este tipo la denominan
santuario ¿¡Santuario!? Ignoro a quien se atribuye la santidad si a
los regentes, a los animales o a todos ellos, aunque supongo que le
atribuirán el sentido de ser un lugar donde alguien se encuentra a
salvo de la acción de la justicia. Al parecer, como la inquina
contra los tordesillanos no cesa a pesar de haberse prohibido (y
respetado la prohibición) el alanceamiento del toro, los animalistas
han vuelto a la carga con un pueblo del que seguro ignoran todo -
incluso que allí se conformó buena parte del curso de toda la
historia de España – y quieren que a Pelado que así se llama al
animal que ha protagonizado el toro de la Peña, se le lleve a un
santuario, yo sugiero que lo lleven junto a los cerditos y demás
fauna de los atildados personajes de los que acabo de escribir, allí
este indefenso herbívoro podrá corretear alegremente entre otro
animalitos y sus compañeros humanos.
Pero
prescindiendo de todo lo anterior hay una gran diferencia entre este
tipo de personajes y quienes piensan como el que suscribe: por
cochambrosos que me parezcan los planteamientos éticos de esta gente
al igual que les parecen a ellos los míos, no me cabe la menor duda,
a mí jamás se me ocurriría prohibir lo que hacen, cosa que no
ocurre a la inversa. Tampoco se me pasaría por la imaginación
alegrarme de la muerte ni de ellos, ni de nadie, pero si se me pasase
por la imaginación, lo que jamás haría sería manifestarlo en voz
alta, ya no por el aspecto ético del asunto, que también, sino por
el estético y, por qué no decirlo, por el karma, creo firmemente
que desear el mal ajeno siempre se vuelve contra uno mismo de un modo
u otro.
Cuando
éramos críos, en el pueblo, de vez en cuando nos mandaban al
palomar. Naturalmente la idea era recoger unos cuantos pichones para
comer. Había que encaramarse a las pequeñas hornacinas, cada una de
las cuales albergaba un nido de paloma, e ir seleccionando los
pichones que tuviesen buen tamaño para acceder a la cazuela y
proporcionar suficiente carne. Se corría el albur de caer desde lo
alto, en especial cuando el pichón volaba un poco y salía de golpe
delante de la cara de uno o la paloma que lo estuviese alimentando,
cosa no tan frecuente porque las palomas, como seguramente desconocen
los animalistas, son aves poco cuidadosas con su progenie y suelen
tener más interés en dedicarse a actividades sicalípticas que
alimentar a sus polluelos, así que no era demasiado problemático
hacer acopio de pichones para hacer un buen estofado y qué ricos
estaban. También desconocerán los animalistas que desde que no se
recogen los pichones no hay interés en cuidar los palomares, de ahí
que las palomas se hayan trasladado a las ciudades a comer
desperdicios en lugar de cereal y para cubrir de palomina los
edificios históricos y hacerlos polvo con sus escatologías. En
otras ocasiones nos íbamos con la carabina a cazar gorriones o a
pescar al rio, peces o cangrejos. Imagino que todas estas actividades
infantiles mías me convertirán a los ojos de estas personas en un
peligroso criminal psicópata cuyo derecho a la vida difícilmente
superará al que a sus mismos ojos tiene uno de los más peligroso
criminales que existen: el torero y por supuesto todos los bárbaros
que acudimos a las plazas y encierros.
Al
parecer uno de los principales argumentos éticos de los antitaurinos
es que se tortura públicamente a un animal, es decir, que se hace de
la muerte del toro un espectáculo, cosa que es cierta, como no lo es
menos que se trata de un espectáculo que no hay por qué contemplar
y esa es la esencia de todo: la libertad.
No
obstante se trata de un espectáculo que no quieren contemplar pero
tampoco que contemplemos el resto….. los animales que se matan en
un matadero no constituyen un espectáculo y por tanto no constituyen
ningún problema (menos para los vegetarianos o los veganos) moral,
el argumento es tan consistente como pensar que es más execrable una
ejecución en la plaza pública, que las que se practicaron de manera
más o menos clandestina en los campos de concentración nazis o en
los gulags soviéticos.
Entre
las soflamas que se pueden oír y que yo mismo he oído cuando he
entrado en una plaza de toros y fuera había unos cuantos sociópatas
increpándonos a los asistentes hay algunas que me han llamado la
atención especialmente, por ejemplo, al principio de esta temporada
en un pueblo cercano, había diez o doce sujetos que nos zaherían
con comentarios de este tipo, ¿cómo podéis traer a vuestros hijos?
(de nuevo el planteamiento religioso, estos nuevos curillas dicen a
los demás cual es la manera correcta e incorrecta de educar a los
hijos ajenos). O este otro: “¿no os dais cuenta que si se
aboliesen los toros se acabaría con la violencia de género?”
semejante silogismo no se si llega a la categoría de sofisma, lo que
sí es seguro es que haría palidecer al mismísimo Protágoras y ni
siquiera creo que tuviera cabida en la más delirante de las
reuniones de los patafísicos, porque probablemente Arrabal o quien
quiera que sea el sátrapa encargado de las admisiones, estaría
dispuesto a tolerar entre ellos a locos, pero no a orates.
No
añado más. De momento disfrutaremos de la legalidad y cuando sea
necesario lo haremos de la clandestinidad.