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Apenas una persona levantó los ánimos del respetable, después de tres toros sin gran historia, o más bien negativa, pero secundado por unos y otros estratégicamente colocados. ¡Qué fácil es llevarse a la gente de calle en los toros! Basta con la buena disposición del personal, su constante y casi obligatoria tendencia a aplaudir, y media docena de entusiastas seguidores dispuestos a sobrellevar la vergüenza de unos primeros gestos en solitario. Éste, hasta llegó a bajar andando casi hasta barrera, recién iniciada la faena, para que le vieran como estaba de enfervorizado. ¡Hombre, si es gratuito, y le ciega la pasión, bien está! Pero si forma parte de la orquesta, desafinó, aunque arrastró al conjunto en la sobrevaloración de una faena de pitiminí.
Foto: Burladero
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