Cuando hay casta no hay toreros (Por Jandro)

Cuando hay (toros) casta no hay toreros

César Jiménez vino a Madrid a pasaportar de cualquier manera dos toros de Victorino y no a torear.
Tuvo el mejor lote, dos toros que embestían pastueños, humillando, sin sobresaltos ni coladas ni nada raro. Y César Jiménez se ocupó durante toda la lidia de esconder sus cualidades.
Primero con el capote, en las verónicas de recibo que ejecutó perdiendo terreno, sin pararse a torear ni probar al toro, después mediante el picador que propinó sendas varas de destrozo, sobre todo a su primero, que fue el mejor toro de la tarde, lo demostró a pesar de los dos carniceros puyazos que le recetó Victoriano García desde la acorazada de montar por prescripción de su matador que es quien manda a sus subalternos y el picador es uno de ellos. Y por último con la muleta, recortando las embestidas con medios pases y pseudo faenas encimistas siempre fuera de sitio.
Después de esto debería retirarse, comentaba Javi.

Domingo López Chaves bregó con el peor lote, sobre todo su primero fue un toro muy blando. Pero eso no quiere decir que no tuvieran casta y estuvieran por encima de la mayoría de los que salen del toril de las Ventas.
Domingo no encontró en ninguno de ellos el sitio adecuado para torearles, ¿o quizá no lo buscó? No lo sabemos a ciencia cierta, el caso es que se le fueron ambos sin torear y no encontramos justificación objetiva para ello.
Qué disgusto ¿eh Costillares?.

Uceda Leal no pudo con los toros, mencionaremos unas verónicas de empaque a su segundo y una media a su primero en lo que parecía un comienzo halagüeño que se convirtió en decepción a medida que veíamos su primera faena de más a menos y con iniciativa del toro más que del torero y la segunda inédita. Abúlico el torero, ¿o impotente?
¿Le habrá molestado que le despierten de la siesta para venir a torear? Comentaba el mismo aficionado.

Ninguno de los tres citó a los toros con la distancia adecuada ni tiró de ellos hasta el final de su recorrido. Y así resulta imposible la ligazón y el lucimiento de toros y toreros.
Los seis toros se fueron sin torear, y tenían mucho que torear todos ellos. Hubiera dicho el maestro Vidal que pedían el carné.
Y desde luego si en el toreo hubieran implantado el carné por puntos, hoy los tres matadores los habrían perdido todos.
No pudimos aplaudir ni un solo quite artístico puesto que no los hubo (el Niño de las Ventas estaba dispuesto a hacer la crónica de los quites artísticos, así que estaremos atentos a sus comentarios) lo que también demuestra el interés de los espadas.

Los matadores trataron de tomarnos el pelo y en buena medida lo consiguieron puesto que una importante parte del público no sabe distinguir un toro bravo que ofrece sus orejas a un torero valiente y con oficio de una alimaña.
Y eso es lo que luego cuentan muchos cronistas para desprestigiar el toreo auténtico en beneficio de la chabacanería barata que logra florituras y triunfos sin arte, riesgo ni valor.

Hubo dos pares de banderillas dignos de mención, sacando el par de abajo y clavando arriba justo en la cara del toro, como le gustan al Niño de las Ventas, uno de Javier Gil y otro de Jesús Arruga.

Y agradecemos a Victorino por criar esos magníficos toros encastados y le animamos a que siga haciéndolo aunque después los masacren en el caballo o los denigren sus matadores con faenas inadecuadas, algún día se acordarán de la oportunidad que tuvieron y no supieron o no pudieron aprovechar.
A la afición le gusta ver esos animales codiciosos y listos y le encantaría que hubiera toreros para enfrentarse a ellos con dignidad y vergüenza torera.

Una última pregunta, los toreros vienen a Madrid con Victorinos, Adolfos, Cuadris, Palha y dos o tres encastes más forzados por las circunstancias o eligen esas ganaderías para aumentar su prestigio?
Que se los piensen.

JANDRO
02 de mayo de 2007