“El toreo tiene que ser algo muy espiritual, sin forzar el cuerpo para nada, que casi el espíritu estuviera por encima de la materia. Por eso toreaba siempre como si mi cuerpo no existiera, con una gran languidez al mover las telas, con un gran sentimiento, como no dándole importancia a lo que estaba haciendo. Así conseguía esa estética que tanto llamaba la atención”.
Foto vía Joaquín Albaicín: RAFAEL “ALBAICÍN”, en una novillada celebrada en 1942 en Tolosa. Alternó con LUIS MIGUEL “DOMINGUÍN” y José Ortega “GALLITO CHICO”.
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