Rafael Cabrera (Aquí la crónica completa)Los veraguas de Prieto de la Cal tuvieron notables y muy diferentes matices; alguno flojeó en exceso -fue devuelto el primero, un bonito castaño que apenas se tenía en pie, y quizá pudo haber seguido el mismo camino el siguiente, un feo novillote de 526 kilos, que no mostró poder alguno-, pero también los hubo encastados y con juego en el último tercio, desmintiendo el tópico de que los veraguas sólo desarrollan en el primero, viniéndose abajo en lo sucesivo. Fueron los tres de capas claras, los que estaban más en el tipo de la tradicional vacada, preciosos de lámina y con cuajo suficiente, aunque no fueran ni descomunales, ni con el peso que se acostumbra en este coso.
Me temo que el profesor Cabrera peca un poco de optimismo, tan solo destacaria a un jabonero, al que hicieron estrellarse en tablas una y otra vez ante la complacencia de la autoridad competente, y algo el melocotón pero sin ser nada del otro mundo. Por debajo de los de Aurelio Hernando y Fidel San Roman en mi opinion
ResponderEliminarNo es comparable , son encastes diferentes y de diferente comportamiento que requiere otra lidia y que no tuvieron.
ResponderEliminarCarlos
He hecho ya mi comentario en el otro blog. No fue una gran corrida, pero, por ejemplo el el primer novillo del portugués humillaba siguiendo los vuelos de la muletay se le podía haber hecho una gran faena. Desgraciadamente había que MANDAR Y PODER, cosa que hoy ni se aprende ni se quiere aprender, con julismos no se toreaba ese novillo, un poco en la linea de los "victorinos buenos".El último, encastado y con mas poder que sus hermanos, pedía a gritos una lidia "a la antigua", Javier de Prado, tratando de hacer el toreo moderno (la mano encogida para torear en línea) hizo literalmente el ridículo (ojo que no juzgo al muchacho, son cosas de torear "solo" becerras y novillos Domeç, te sale un toro de verdad y no sabes ni por donde empezar, me estoy acordando del Juli con el Victorino en Madrid...)
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