La muestra se articula dentro del sin fin de representaciones y simbologías del toro: Modus Operandi ha querido mostrar la visión plástica de artistas que han sabido abstraerse de prejuicios y contextos dando lugar a un discurso abierto a cualquier tipo de público, el cual podrá disfrutar de la estética que encierra la figura del toro. Estética ésta que fue usada ya por los persas, para encarnar los principios de la vida del hombre, los indoarios como imagen de procreación o la mitología cretense como símbolo del deseo femenino a través de la reina Pasífae.
El joven artista Fernando Palacios (Valladolid, 1976) ha preferido acercar el poderío del azabache al espectador mediante una desdibujada silueta del uro; mientras que Álvaro Delgado (Madrid, 1922) con su particular lenguaje aporta a la exposición un rasgo caricaturizante y fresco que demuestra su fuerte personalidad y madurez artística.
Más fiel a la figuración son las obras de Joaquín Pacheco (Madrid, 1934) quien ha escogido obras de su juventud que ya preludiaban una atmósfera cinematográfica de sorprendente resultado. Pero será con Jose Mª Casanova (Burgos, 1956) con quien la figuración adquiera una tercera dimensión, una figuración no realista pero sí de fuerte carga emocional.
La familiaridad de Vicente Arnás (Madrid, 1949) con temática taurina descubren al espectador una manera diferente de contemplar la tauromaquia pero sobre todo, de disfrutarla.
Esta visión tan personal se vuelve más contemporánea de manos de David Arnás (Madrid, 1976) quién ha sabido llevar el mundo del toro a la cotidianidad consiguiendo que el visitante se sienta parte de él. Elena Guerrero (Ciudad Real, 1965), juega con un efecto similar llevando al toro sobre el papel mediante una coordinación de líneas, trazos y cortes que acentúa el lado más brutal y primitivo del animal.
Y qué decir de la escultura de Venancio Blanco (Salamanca, 1923), que es el bronce dónde este consagrado artista no encuentra límites a su obra, fundiendo la rotundidad de la dehesa castellana con la elegancia que el arte italiano imprimió en su carrera.
Por último, Dora Piñón (La Habana, 1957) nos ha ofrecido con su obra la mejor manera de cerrar este homenaje al toro mediante la figura maternal de la vaca..
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