Sobre la tarde de Cuadri (Gloria)

CORTE DE MANGAS PARA EL ARTE Y LA CULTURA. ESTO ES LA FIESTA EN MADRID
Una corrida de toros. Eso hemos visto este viernes en Las Ventas. Ni más ni menos. Parpadear era una desgracia. Quizás el saludo de José, el mayoral, al final del festejo haya sido exagerado, pero comprensible tras tantas tardes de desidia, toros inválidos y corridas remendadas (otros públicos indultan toros en La Maestranza y la prensa especializada lo califica de "hito histórico"). A falta del lote de Adolfo Martín, Cuadri ha sigo la ganadería triunfadora de este San Isidro con todas las de la ley. Corrida de azulejo en el patio de arrastre.

Quizás faltó un toro de nota: un "Podador", "Aragonés" o "Ribete", como en los últimos años, si bien el nivel medio rozó el sobresaliente. Sorteó el mejor lote -uno de triunfo- un discreto Luis Bolivar, que se fue sin cortar una sola oreja. Con eso queda todo dicho. Las Ventas fue demasiado dura con el colombiano, que dejó algún buen muletazo por la derecha en el tercero de la tarde, "Camarote" (quizás demasiado camarote para tan poco barco...). Sin embargo, tuvo la mala fortuna de que poco después le tocara "Pesador", que era otro toro con tela para cortar y regalar. Y ya no pudo más.

Otro torero desbordado fue Rafaelillo. Nada hay más transparente que un traje de luces. El que abrió plaza, "Muñeco", -bueno, noble y con fondo- llegó flojo a la muleta porque le arrearon en exceso en el caballo con dos puyazos traseros interminables. Eso no se le hace a un toro así. El cuarto, "Huelvano", salió con complicaciones, rebañando y revolviéndose, hasta que se hizo el amo del ruedo. El murciano tampoco exhibió la profesionalidad de antaño y abrevió. Lidió el sexto, que hubiera sido para Castaño, "Maño", un toro con son y clase, al que le faltó un tranquito de fuerza (responsable también, por cierto, de la pelea en los corrales del día anterior que dejó en la reserva al colorado "Brigada" y "Goyesco"). Tampoco supo lidiarlo ni verlo Rafaelillo, que escuchó algunos pitos en la que, sin duda, no ha sido su tarde.

Malísima suerte la de Javier Castaño, que no pudo lidiar a "Maño" por una cogida. El salmantino cometió un error de becerrista al perderle la cara al segundo Cuadri al finalizar el tercio de varas. El toro, que a pesar de llamarse "Aragonés" no se comportó como su célebre hermano y resultó deslucido, lo atropelló y cayó feamente. Por un momento nos temimos lo peor, y se nos vino a la cabeza la imagen del pobre Julio Robles, pero todo quedó en un susto. Castaño hizo el esfuerzo y derrochó firmeza con él hasta matarlo. Se resistió a entrar en la enfermería hasta que, mareado y pálido, tuvo que dar el brazo a torcer. Una lástima que la afición de Madrid no haya podido disfrutar hoy de la lidia de este torero y de su picador, Tito Sandoval, que no vareó al sexto. La próxima vez será, si la suerte y Cuadri lo permiten. Sí pareó de manera brillante como nos tiene acostumbrados su hombre de plata, David Adalid.

Enhorabuena, ganadero, por traer una corrida de toros a esta Feria del Arte y la Cultura que frene la ruina sin paliativos del último mes. Paradójicamente, tanto los Cuadris, como "Fiscal" de Alcurrucén y "Pistolero" de Baltasar Iban, se han ido al matadero sin torear y con las orejas puestas. No sólo presenciamos una época de crisis de bravura, sino también de torería. Esta semana se ha hecho célebre un corte de mangas en Nîmes. Lo de Cuadri ha sido otro -mucho más elegante-. Una forma de decir: "aquí estoy yo y mis toros. Y, a quien no les guste, que enfile la calle de Alcalá. Esto es la Fiesta en Madrid". Para los de la Cultura, siempre quedará Aranjuez.

GLORIA SÁNCHEZ-GRANDE