Javier : Ayer , mientras veia el aurresku de despedida a Pepin , pensé que podian estar despidiendo a alguien mas. Al terminar la corrida escribí esto que te mando. (Coincidió que por la mañana habia leido algo sobre el centenario de Cartier-Bresson. Sirva de pequeño homenaje a un artista irrepetible). Un abrazo.
AURRESKU
Era sábado de feria y había ido a la plaza por pura inercia , cumpliendo un rito que superaba el medio siglo porque era un viejo aficionado de Bilbao. Desperezó la modorra de la siesta con otra taza de café. Había comido unos chicharros al horno y mientras los preparaba iba picando un “idiazábal” decente que realzaba los aromas del rioja.
Ningún postre... bueno, café y un “culin de coñac”. Odiaba esos postres pasteleros que genéricamente denominaba “perfumería fina”tanto como “la cocina de autor” y... demasiadas cosas de estos tiempos modernos. No tenía buen carácter.
Las corridas de días precedentes , mas que indignado, le habían entristecido el ánimo.
No salía un toro ni por casualidad. Animales sin fuerzas, sin bravura, sin fiereza y sin casta. Embestidas de borrego feble habían propiciado triunfos de puerta grande.
Un simulacro de mal gusto que convertía algo sublime en un espectáculo degradante.
Llegó a la plaza sin recordar el cartel. Total, que más da , pensó. Cerró los ojos y le llegaron imágenes gloriosas y felices de otros tiempos : Un “pabloromero guapo” arrancándose desde los medios al caballo... Alucinaciones, se dijo.
Lo sacó del éxtasis melancólico el sonido del txistu. Abrió los ojos y vió allá en el tercio que un aurresku despedía a un viejo torero. Sintió en el corazón la elegancia solemne de la música y la danza , se le empañó la mirada y lúcido comprendió que también lo despedían a él. No había que desaprovechar la ocasión. El pasodoble del paseíllo sonó cuando salía del tendido bajando apresurado las escaleras. No es mala manera de cerrar un capítulo, pensó.
De vuelta a casa entró en una pastelería. Llevaría pasteles a los nietos: Una redención en toda regla.
--“¿Qué le pongo?
-Ponga pasteles de aquí, de los de siempre... “carolinas, cristinas . bollos de mantequilla... y esas cosas”... Una caja.
-¿Le pongo también unos “jesuitas de cabello de ángel”?
-¡! Si, si ... que no falten los jesuitas!! . Por dentro sonreía su humor barojiano.
Cerca de casa necesitó borrar la melaza de la pastelería con el aroma amargo del café .
Pero un café en donde siempre y de los de siempre.
-Don Matias, usted por aquí a estas horas. ¿Se han suspendido los toros?... ¿Solo, como siempre?
-Si, como siempre
-¿Qué lleva, pasteles? O una tartita?...
-No, pasteles... ya sabe de los de siempre: torrestrellas , cuvillos, torrealtas, jandillas, ventorrillos... pasteles, ya sabe. ¡Ah, y cremas de santacoloma, que no se olviden. ¡
-No conozco ese género, Don Matías... ¿ Son de aquí ?.
-Si. Desgraciadamente ya son de aquí.
Terminaba el café cuando sintió un dolor profundo. El camarero volvió la cabeza al oir el golpe seco de la cabeza sobre la mesa. El alma centenaria de un fotógrafo genial captó la instantánea con su “leica”.
Pié de foto: “Fin de una afición”. Autor: Henri Cartier- Bresson.
Don Matías habría resucitado si llega a ver ayer a Fundi con la alimaña del tito Victorino... un torerazo así devuelve la afición. Faena de quitarse el sombrero.
ResponderEliminarQue post más acertado. Enhorabuena.
ResponderEliminarEneko.
deliciosos andares literarios con sabor a los mejores granos de arabica creativo.
ResponderEliminarcon el papa negro, como siempre, un placer no, una necesidad si.
ludo