martes, agosto 28, 2007

Antitaurinas 1 Mulas y toros bravos (el papa negro)

MULAS Y TOROS BRAVOS
Resumen de un texto del Marqués de Laula (ABC 30-07-07)

En el Archivo General de Indias y en la sección Indiferente General, legajo 1564, duerme un documento de 1770 que trata de una propuesta del Conde de Aranda para reducir la cría de mulas y toros de lidia. Que nadie piense que el político ilustrado era un precursor ecologista, simplemente intenta que la cabaña española se componga de animales reproductores y ninguno de los expresados lo es, aunque por razones distintas. Los mulos por ser un híbrido infértil y los toros de lidia porque nacen para morir hasta que cumplen su destino, su existencia se reduce a comer y crecer, pero no a procrear.
El argumento de mayor autoridad que esgrime el Conde de Aranda a favor del caballo es que transporta mayor carga “y más que todo convencerá el ejercicio de los contrabandistas, innumerables en estos reinos, que no usan sino caballos, a quienes cargan tres quintales frecuentemente, y dos al que montan ellos, haciendo largas y escabrosas marchas para conseguir su desvío”.
Resulta muy aleccionador que el Presidente del Consejo de Castilla base la defensa de sus ideas en la actividad de los contrabandistas, respetable gremio de profesionales que se erigían como ejemplo en las más altas esferas de la nación.
Centra después su discurso en la preferencia que merece el vacuno de carne frente al toro de lidia, y aquí se muestra mucho menos generoso con el oficio de matador de toros que con el muy dudoso de contrabandista: “porque su ejercicio cría una infinidad de gentes sanguinarias, y las más dispuestas a cualquier maldad, como son los toreros”.
Tampoco es muy considerado con la afición en general: “en tales días y vísperas se distraen de todo trabajo llegando el desorden de la plebe a malvender las prendas más necesarias para sus casas para divertirse aquellos días”.
Luego entra en detalles informando que en España se celebran 185 corridas, que suman en total 1800 toros a los que hay que añadir los de las numerosas novilladas de los pueblos. Haciendo el cálculo de los que quedan en las dehesas, termina cifrando el número total de machos de lidia en 20.000 ejemplares, “considerando que los toros de muerta regularmente salen de 5 hasta 10 años”.
El documento ofrece también la cifra de 400 a 500 caballos los que se pierden anualmente en las plazas, causando lástima, que indefensos, mueren sacrificados.
“Invertido pues este aumento en las vacadas, reflexiónese que multiplicación podría resultar, que abundancia de carnes, que sin fin de bueyes para la labor, porque estos a los cuatro años ya estarían en el caso de aplicarse al servicio… Mientras que en la actualidad tales pastos y dehesas son tan infecundos como los arenales de la Arabia”.
Al año siguiente inició Pedro Romero y carrera de matador de toros, de quien Antonio San Román pudo decir: “cuya reglada y sana conducta desmentía su ejercicio, y su buen trato y comunicación captaba dignamente la voluntad de todos”. Y ese mismo año la suya Pepe Hillo, analfabeto, pero que firmó la primera tauromaquia. Con ellos, nacidos ambos en 1754, el festejo español por excelencia entra en la categoría de arte, alternativa confirmada por Goya al representarlos en sus aguafuertes.

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